El viaje pluscuamperfecto (iv). El Caribe
Según las guías que teníamos, y las referencias que nos habían dado algunos amigos, Cahuita se aproximaba bastante a la idea de paraiso tropical. Un arrecife de coral protege las playas caribeñas, y la selva llega justo hasta el borde, de modo que uno puede estar bañandose plácidamente al mismo tiempo que los monos juguetean con las mochilas... Asi que, aunque el viaje desde Arenal era largo (en el Observatorio nos dijeron que 5 horitas), íbamos encantados atravesando plantaciones de caña, plátanos, etc.
Despues de comer a la velocidad del rayo unas empanadas bastante interesantes en una soda de pueblo que recomendaba la guía seguimos rumbo a Cahuita. Para cuando llegamos a Puerto Limon (de donde sale todas las frutas riquiiiiiiiiiiisimas para todo el mundo) ya era casi de noche y los camiones nos rodeaban por todas partes. Tráfico pesado, malas carreteras y oscuridad resultaban agotadoras y las ganas de llegar crecían exponencialmente. Cuando por fin llegamos a Cahuita los ánimos estaban al límite, así que la búsqueda de hotel resultó bastante tensa.
La ciudad/pueblo es pequeña, y está lleno de hoteles/hostales, pero la guía recomendaba algunos hotelitos de las afueras que eran más tranquilos y estaban cerca de la playa. Así que después de perdernos y de preguntar en un par de sitios, y ante la creciente desesperación, encontramos una habitación modesta en una caseta de madera, con mosquitera, baño compartido y una hamaca en el exterior.

Habia estado lloviendo y el mar estaba revuelto. Soplaba viento marino un poco más fuerte de lo esperable, por culpa de un frente que estaba entrando desde Panamá. Esto nos chafaba un poco, porque si hubiera hecho bueno, el mar hubiera estado en calma y habriamos cumplido otro de nuestros objetivos del viaje: hacer submarinismo sobre los corales. Pero con el mar asi, no era recomendable ni bañarse.
Al dia siguiente visitamos el pueblo y para consolarnos nos tomamos un desayuno impresionante, a base de tortilla francesa rellena de todas las delicias imaginables para Selia, y un crépe relleno de frutas para Miwel. El plan era acercarnos a Manzanillo, a unos 20km de Cahuita, donde hay otro parque natural y una reserva protegida. Antes de irnos reservamos una habitación para el día siguiente (para estar más cerca de San José en nuestro último día), y tras charlar con la pareja de alemanes de la habitación de al lado les ofrecimos venirse con nosotros. Se iban a pasar 3 semanas por Costarica, en plan mochilero, y no tenían coche, asi que estaban encantados con la idea de un viaje gratis.
Mientras los chicos investigaban el hospedaje en Manzanillo, Selia contactó con el guía del pueblo, Abel, que resultó ser hermano del dueño del hostal donde nos quedamos. Un tipo muy gracioso y muy hablador que nos llevó a visitar la selva y ver animalitos. Los alemanes no se animaron, así que fuimos nosotros solos con el guía, en una excursión que nos dejó encantadísimos. Vimos perezos de 3 dedos, monos aulladores, un mono araña, un par de serpientes oropel, ranitas venenosas de colores, palmeras andadoras (se desplazan, no es broma!) arañas y hormigas gigantes, mariposas Morpho, tucanes picoiris y Swainson, colibríes (no podían faltar)

Al dia siguiente, nos levantamos tempraniiiiiiiiiiisimo para ver amanecer en el mar. Claro, estámos en el Caribe costaricense, así que el sol tiene que salir por el mar, no? Pues no. Si hubiesemos visto el mapa, nos habríamos dado cuenta de que precisamente Manzanillo está orientado al sur, asi que nos salió la cosa de refilón. Os acordais de aquella maravillosa escena en "Amanece que no es poco"??. Pues eso. Esto es un sindios!! Cuando nos dimos cuenta de la estupidez, nos volvimos a la cama y despues de despedirnos de Abel y de desayunar nos fuimos a Puerto Viejo de Talamanca, a mitad de camino entre Manzanillo y Cahuita.
El plan era ver las estupendas playas de la zona,

Se había ido el sol, así que nada más de playa, nos tumbamos en la hamaca,

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