sábado, diciembre 09, 2006

El viaje pluscuamperfecto. El viaje perfecto simple. (1a parte)

Del viaje a Costa Rica nos trajimos miles de fotos (no es una exageración) y una diarrea de larga duración en el caso de Miguel. (Esa es otra historia que queda para otro post).

Aparte de eso, desde bien pronto nos dimos cuenta de que tendriamos que escribir nuestro reportaje del viaje utilizando mucho la forma verbal del pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo: el viaje del “si hubieramos o hubiesemos”. Un cúmulo de mala suerte, que resultó no ser tan mala. Nuestros dos objetivos principales eran ver tortugas Baulas y arrecifes de corales. Y si hubiéramos tenido suerte... Por otra parte, nos lo pasamos estupendamente, y nos encontramos con algunas sorpresas que no teniamos preparadas. Asi que siendo justos, tambien necetaríamos usar mucho el preterito perfecto simple para describir lo que pasó.

Salimos el jueves por la noche de San Francisco y llegamos a San José a la mañana siguiente, haciendo escala en Los Ángeles y San Salvador. Gracias a Dios dormimos algo en el avión entre escala y escala, pero aun así llegamos bastante hechos papilla. Recogimos nuestro coche de alquiler 4x4 y nos pusimos en marcha hacia Playa Grande, en Tamarindo. No había más de 250 Km., por la carretera nacional, pero nos llevo 6h. Nos es que nos perdiéramos, es que la carretera nacional, llena de tráfico, era como una carretera comarcal de las que no han sido reparadas desde hace 20 años.
En el último tramo, había que ir esquivando baches, en los que, si te caías casi seguro que aparecías en las antípodas. Si a eso añades el temor a que le pasara algo al coche y tuvieramos que pagar los 1000$ de la franquicia del seguro, pues se puede entender nuestra angustia... si hubiesemos pagado el seguro a todo riesgo, iríamos más tranquilos.

Llegamos aún más hechos polvo, bajo lluvias torrenciales al hotel, donde caímos rendidos hasta la hora de la cena. Si hubiéramos llegado un poco antes, y un poco menos deshechos, nos hubiesemos apuntado ese mismo día para ver las tortugas gigantes desovando en la playa. Se suponía que ese era el fin de semana mejor para ver las tortugas, Miguel se había empollado miles de páginas, había hecho sus cálculos según la época, las mareas, lunas y demás, y estaba hecho. Teníamos que ver tortugas. Esa noche vieron 4 tortugas. Nosotros intentamos entrar en la playa, pero como no teníamos pase, los vigilantes nos echaron. Nos tuvimos que conformar con cenar e irnos a la cama. Eso si, llenos de ilusión para el día siguiente.

A pesar de la lluvia intermitente, la temperatura era perfecta y a las 9 de la noche podías estar en camiseta de tirantes, tan contento, aunque una vez que se hace de noche, no se puede decir que hubiera muchas cosas que hacer. Para aprovechar los días empezamos a madrugar y acostarnos temprano.

Al día siguiente, después de apuntarnos para ver las tortugas esa noche, estábamos en la playa a las 7.30 de la mañana. Y hacía calor, el agua un poco revuelta pero estupenda, mejor que el Mediterráneo y evidentemente, mil veces más bonito. Playa Grande hace honor a su nombre. Inmensa. Y vacia. Salvo por unos pocos surfetas, y algun paseante, teniamos toda la playa para nosotros. Dimos un paseo hasta el extremo, y enlazamos con la siguiente playa, más tranquila y mas vacía (nadie). Si hubiese habido menos viento, hubiese sido perfecto, pq el mar estaba un poco revuelto y no era ideal para bañarse. Antes de irnos a comer, terminamos la excursión pasando a la siguiente playa cruzando unas rocas con piscinas naturales donde había miles de cangrejos y algunos peces tropicales. Primer contacto con el paraíso. Así, llegamos a playa Carbón, una pequeña calita de arena oscura y agua azul intenso. La marea estaba subiendo, y para evitarnos el riesgo de quedarnos incomunicados, nos apresuramos a regresar. Si hubiesemos esperado 10 minutos más, hubiese sido tarde.

Para comer, fuimos hasta Tamarindo, que resultó ser un centro turistico guiri, y lejos de lo que estabamos buscando. No obstante, preguntando por un lugar donde sirviesen comida tica y no para americanos, comimos en un sitio estupendo, al lado de la playa. Yo me pedí un pescado fresquísimo, y Celia un pescado con arroz buenísimo.


La gente alli se toma las cosas con calma, nos dimos cuenta enseguida.


Después, nos fuimos con el coche a explorar los alrededores. Además de la playa donde desovan las tortugas, en el parque hay un estuario con abundantes pájaros, algunos monos, y cocodrilos. Pero para entrar en el estuario hace falta ir en bote, y pensabamos que no nos daba tiempo a todo, y que ir en una barca a motor nos saldría muy caro. Para cenar, nos quedamos en el hotel y disfrutamos de una ensalada de langosta espectacular. Y después, nos fuimos al puesto de vigilancia para ver las tortugas.

La cosa funciona asi: Tú te apuntas en una lista, y te sientas a esperar a ver si vienen tortugas. Los guardas patrullan la playa, y si ven algo, avisan a los voluntarios para que lleven el primer grupo de turistas. Se forman dos subgrupos que van viendo como el bicho hace su nido, como pone los huevos, y como lo tapa. Despues, los turistas se van y dejan al bicho tranquilo, para que oculte el nido y se vuelva al mar. Si vienen mas tortugas, el siguiente grupo puede ver algo. Si no, se va para casa. Afortunadamente, nos habíamos levantado temprano y estabamos en la parte de arriba de la lista, asi que si venia alguna tortuga esa noche, la veríamos seguro. Que emoción, que emoción!!

Después de un video explicativo, nos sentamos a esperar. Había un grupo bastante grande de turistas, y un grupo de voluntarios locales. Hablamos con los guias que nos contaron como había nacido la iniciativa, como forma de supervivencia basada en la protección de la naturaleza. En lugar de comerse y vender los huevos, ahora se dedicaban a proteger la zona, y a guiar a los turistas. Si el turista ve tortuga, paga la entrada. Si no la ve, no paga. Nos impresionó la iniciativa conservacionistas de estas personas, y su interés por la naturaleza. Se dieron cuenta de que su riqueza a largo plazo se encontraba en proteger la naturaleza. Conforme pasaba la noche, los animos de algunos turistas empezaron a decaer, y hubo varias deserciones. Que vengan o no vengan tortugas depende de la luna (tiene que haber poca luz), de la marea (cuanto más alta, mejor porque lo tienen más fácil para llegar a la orilla), etc. Asi que cuando la marea empieza a bajar, las probabilidades de que aparezca una tortuguita decaen... estuvimos esperando hasta las 3 de la mañana, y nada. Celia se leyo la mitad de Cien anhos de soledad. El viaje pluscuamperfecto en pleno vigor.

A la mañana siguiente, aún nos dimos un paseito por la playa, antes de partir para Santa Elena y el bosque nuboso. Hacía solete pero soplaba viento del pacífico. Y esta vez nos encontramos con unas huellas de lo que parecía claramente un nido de tortuga. No nos imaginábamos que pudiera tener semejante tamaño!!. Parecían huellas de tractor. Sólo con ver eso quedamos flipados, así que si hubiesemos visto la tortuga hubiese sido a lu ci nan te. Se nos clavó una espinita allí mismo, pero no podíamos quedarnos una noche más, pq teníamos la agenda muy apretada, así que despues de un banho en la piscina del hotel, nos piramos antes de comer...

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