sábado, agosto 05, 2006

En la granja de mi tio...

Dentro del apretado calendario que dada la inestabilidad del tiempo, (nunca se sabe cuando va a entrar la niebla) tuvimos que improvisar, el sabado decidimos que la excursión la haríamos a los alrededores para evitar sorpresas desagradables y para poder ir a la FASF (fiesta de alcoholes superfuertes) de la amiga Ana, que después de 4 meses intensos, regresaba a España.

En Santa Rosa, en el Valle de Sonoma se celebraba una Feria con carreras de caballos con apuestas concursos de globo de chicle (eso era el domingo asi que nos lo perdimos), miss feria.. en fin, un baño de la america rural de lo más estupendo.

Era como en la peli de Babe el cerdito valiente, había concursos de perros ovejeros, exposiciones de coches extraños, concursos de belleza de ovejas, vacas y cerdos... en fin, muy completo.

A las ovejas las trasquilaban y a las vacas las peinaban, le echaban laca, y tenía sus culos impolutos. Una de ellas se cagó delante nuestra, y su dueña rápidamente sacó papel higiénico y le limpio el culete. Hacía bastante calor, así que las vacas, y solo ellas, tenían ventiladores para que estuviesen relajadas y tranquilas.

Había unos cerdos también guapísimos y límpisimos. Uno de ellos traía loco a su dueño y se dedicaba a salir del corral abriendo la puerta con el hocico. Otro era un supercotilla, y el más pequeño era un superdotado.

Cual leones devoramos unos zancos de pavo que bien hubieran pasado por patitas de lechoncillo y después, a escuchar un interesante concierto de blues.

Una de las ventajas de los americanos (o inconveniente, según se mire) es que no tienen ningún sentido del ridículo, lo que les lleva a vestirse como si todos los días fuese carnaval, o a moverse con la música (no se puede decir que bailen) haciendo los más extraños pasos que se pueda uno imaginar. Un grupo de JÓVENES sesentonas bailaba blues como si de música country se tratase, otro jovenzuelo al borde de los 70 con cazadora roja, pantalones de pinzas negros y zapatos de charol rojo a juego con la camiseta, baila emocionado como si estuviese en un concurso de rock, otra pareja de autóctonos bailaba agarrados como si bailasen un vals, luego estaban los místicos que se veía que sentían la música desde muy dentro de su alma y se flotaban sobre la pista.

Después de las lecciones de baile, ya volviendo rumbo al hogar y después de parar en Sonoma city, intentamos ir a alguna de las bodegas de Napa, aunque como era de esperar y siguiendo con lo que se ha convertido en una tradición familiar, llegamos tarde, así que regresamos para prepararnos para la FASF.

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