viernes, julio 07, 2006

En Elei

El Sabado por la mañana, ya en Los Angeles nos levantamos muertos de hambre y aprovechando el día nos fuimos tempranito a la playa. El plan era Santa Mónica, Venice Beach y Malibú.

Santa Monica es la playa de los vigis, y vimos vigis. Pero no estaba Mitch Buchanan ni Pamela tetas Anderson. Solo una tipa cuadrada como un armario, con pantalón corto y camiseta en una caseta cerca de donde estábamos y en la siguiente un tipo con tripita cervecera, ambos dos con su zurullo rojo como en la serie. Tambien habia 4x4 amarillos, y motos de agua, y toda la parafernalia.

Eso sí, tienen una especie de sitio de entrenamiento al aire libre, donde un tipo incredible con sus abdominales perfectos y unos brazos fuertes y musculados, (en su punto, sin pasarse) nos hizo una demostración en los aros que se me cayó la piñata contemplando. Para desgracia de Miwell las tipas de las pelis no van a esa playa o por lo menos no las soltaron ese día.
Había tipas y tipos patinando y en bicicleta, pero lo de las tias buenas por todas partes, es un mito. Tipos había alguno, pero tipas, ná. Triste, muy triste. Lo único que había era una señora hipermusculada haciendo poses para que un fotógrafo le hiciera un reportaje. Era gracioso, pero como ya estamos de vueltas de estas rarezas, no lo flipamos demasiado...

Comimos al lado de la playa. Miwell se pidió una hamburguesa doble y yo una garden burguer. Ví que Miwell me miraba con cara extraña (básicamente porque minutos antes Selia había hipersalivado, pensando en saborear un pedazo de carne jugosa y pringosa de hamburguesa o un perrito), aunque nada comparado con la que yo pusé cuando ví a aparecer al camarero con una cosa hecha de arroz y no se que más porquerías.
Yo pensaba que lo del garden era porque tenía lechuga y tomate, y resulta que era una hamburguesa vegetariana, lo que es en sí mismo una contradicción. Qué demonios es una hamburguesa sin carne, que le llamen de otra forma y dejen de confundir al personal, es como eso del bacon vegetariano, a quién se le ocurre, por Dios!!!!!!!!!!!.


Por la tarde nos acercamos a Malibú donde todos los famosos se suponen que tienen sus casitas de la playa. Lo único que pudimos ver fueron verjas y setos altíiiiiisimos (que se supone que pertenecían a casas impresionantes con playita privada) o casas tamaño hotel a lo lejos en las Colinas. Así que, desilusionados, dimos media vuelta a tirarnos otro rato en la playa a terminar la labor de ponernos camarón y nos acercamos a Venice Beach. Esto es la típica imágen de la playa de California. Lleno de tarados lanzadores de sables, faquires que caminan sobre cristales, Hare Chrishnas saltarines y bailarines improvisados al son de los tambores, patinadores, cachas de gimnasio, patinadoras, etc.
Los tambores con sus bailes parecían posesos y cuando nos descuidamos había tres motos y dos coches de policía rodeando a los amigos, así que antes de que la cosa se complicase decidimos partir.
Había un gimnasio al aire libre con pesas y abuelos musculitos, pistas de baloncesto, puestos de recuerdos y cientos de miles de policías que patrullaban en grupo. Nos habían dicho que Venice era peligroso por la noche, pero el hecho de ver grupos de varios policías paseando, intranquilizaba un poco.

A la vuelta a Los Angeles nos acercamos a Hollywood Boulevard a ver el teatro de la entrega de los Oscars, el paseo de la fama con el suelo lleno de estrellas de famosos, y de no tan famosos, (tienes que pagar 7500 dólares y te ponen una) y el suelo del teatro donde las estrellas dejan sus manos y pies grabados.
Todo lleno de turistas chungos como nosotros sacando fotos a todo. He de decir que las estrellas de antes tenían pies enanos, más pequeños que los míos, que ya es decir. A riesgo de perder mi vida pisoteada por la muchedumbre me agache para hacer una foto en el cacho de cemento de Humphrey, especial para Conchi.
Delante del teatro este de la fama había una serie de freaks disfrazados. Al principio pensabamos que iban así pq habia un estreno o algo. Luego nos acercamos y vimos que no. Una supergirl, una wonder woman, una tombraider desas y una catwoman bastante rellenita, (según Miwell más bien era un Garfield) estaban posando y haciéndose fotos con el personal. Y cobraban por ello!!. Selia no se lo creía y quería que me pusiera entre las superheroinas, pero yo le expliqué que tenían tremendo fajo de billetes y cobraban a los turistas de turno por sacarse fotos con ellas, flipa, tio. Total que cero glamour.

Al día siguiente visitamos el centro de la ciudad, un mercado mexicano y el pueblo que está en el centro histórico de la ciudad, lleno de tienditas mexicanas, a las que hicimos, o hice, miles de fotos(he de confesar que me apoderé de la cámara y no la solté para irritación de Miwell).
El centro está lleno de impresionantes rascacielos y edificios de diseño (entre ellos, uno como el Guggenheim de Bilbao). Tambien estaba la catedral, diseñada por Moneo, y con unas catacumbas modernas de mármol de lo más flipante, en las que parecia que a cada esquina iba a salir un zombie que te iba a comer el cerebro, o algo peor... una hamburguesa vegetal o algo así. Gregory Peck está enterrado ahí debajo. Tenian una pila de agua bendita tamaño piscina, donde la gente se mete para los bautizos, y se hace unos largos ya de paso (digo yo).

Después paseamos por las mansiones de Beverly Hills, en busca de casas de famosos. Otra vez vallas gigantes. Sabíamos cual era la de James Stewart, que claro, ya no anda por allí y la de Barbara Straisand, el 301 de Carolwood road, bonita puerta y bonita verja, es lo más que puedo decir. Flipamos con las casas, sean de quién sean, casi tanto como con las caravanas de turistas en furgonetas que iban mirando las verjas igual que nosotros (solo que pagando una pasta para que el guía les contase quien vivía dentro). No vimos ningún famoso, así que nos fuimos a Rodeo Drive, la que se supone una de las calles con tiendas más exclusivas del mundo mundial. Que quereis que os diga, a mi donde haya un buen mercadillo, que me quiten todas esas paparruchas. Ya se que soy una gañana pero no puedo evitarlo, más gañanes me parecen los que se gastan un pastón en demostrar el pastón que tienen.

Y eso fue todo. Comimos en el Farmer’s Market, un lugar encantador, y después, corriendo a coger el avión de vuelta.
Nos quedamos sin ver unos cuantos museos con muy buena pinta, y la biblioteca, así que supongo que habrá que volver, para intentar borrar la imagen de turista-chungo que hemos dado.

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