Ya me puedo morir tranquila

Después de 15 años sin jugar al baloncesto, (puagh que vieja soy) ayer nos acercamos a echar una pachanga con un grupo de españoles que se reúnen todos los martes.

No lo veía yo muy claro, porque le íbamos a fastidiar el juego, pero lo cierto es que necesito excusas para mover el culo y hacer ejercicio, o dentro de poco mi culo llegará al suelo y seré como las hienas e iré arrastrándolo todo por el suelo (lo que bien mirado y en vista de lo que se ríen, tampoco está tan mal).
Allí nos presentamos, dispuestos a hacer el ridículo, esperando que hubiese demasiada gente y que a pesar de nuestras buenas intenciones, no fuese posible jugar. No fue así, y por primera vez en mi vida, después de haber jugado durante 5 años al baloncesto en el único equipo que jamás ganó un partido, ganamos e incluso metí alguna canasta. Aunque ni que decir tiene que no fue gracias a mí que, como en los mejores tiempos, no sabía donde colocarme para no estorbar.
La ventaja era que como era la única tía, no se atrevían a acercarse, no fuera que, como me pasó a mí, me tocarán sin querer. Yo en cambio, no tenía esos reparos e intentaba quitarles el balón y si tocaba donde no debía, pues… se siente. Total, que al final, todos empezaron a mantener las distancias con lo que me dejaban sitio para tirar, incluso, para coger rebotes.
Sudé como hacía tiempo, y me volví a casa con un dedo esguinzado. Qué mas se puede pedir?