jueves, septiembre 07, 2006

V. Pescadito fresco

Trinidad es un pueblecito sobre la costa con su pequeño Puerto pesquero y sus vistas sobre el mar.

Eran las 6 de la tarde y mis compañeros de viaje salivaban ya tal cantidad de babas que tuvimos que parar a cenar.

Había un lugar al lado del puerto, donde la gente se estaba poniendo las botas con los peces recién pescados, así que después de darle unas cuantas vueltas reaccione cual perro de Paulov y decidí que las 6 de la tarde era una hora para cenar tan buena como cualquier otra.

Como el sitio en cuestión era un poco caro y según la guía había otro de igual calidad aunque un poco más barato, allá nos fuimos.

Como siempre, con tu plato ya te incluyen una ensalada o una sopa, más arroz, puré de patata o patatas para acompañar, así como hay que probar de todo para empezar clam chowder una sopita bien densa de cangrejo con nata y sabe dios que más que levantaba muertos, por si nos quedábamos con hambre, pedimos unos mejillones de aperitivo, que he de reconocer que estaban bastante buenos.

El resto a pesar de lo que digan los demás, nada del otro mundo. El pescado de Miguel estaba bueno, y el filetón no estaba mal, pero yo paso de pagar $30 por comerme unos calamarcillos con una capa de harina de un dedo de grosor y dos pedazos de pez rebozado que podías mojar en salsa mayonesa para darles sabor. Los muchachos disfrutaron, pero yo he de decir que aunque me como todo lo que me ponen delante, faltaría más, aquello fue un timo más en la serie de desgracias del fin de semana.

De allí, al motel a la entrada del parque, a la puerta, para levantarnos y estar allí entre los 50 primeros privilegiados que podrían entrar con coche en el Parque.

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