sábado, febrero 02, 2008

GTF (3)

Selin se levantaba varias veces cada noche para ir a miccionar, y claro en un paraje aislado donde habitan todo tipo de bichos... adivinamos a quien le tocaba montar guardia? Esa primera noche en Yellowstone escuchamos numerosos pasos por los alrededores. Por la mañana vimos pisadas de bichos, que debían ser ciervos (más que nada porque pensar que por la noche un rebaño de búfalos se pasease por delante de la tienda de campaña da un poco de canguelo).


El destino del segundo día estaba en el valle de Lamar, en el noreste del parque. Teníamos que conseguir sitio para dormir en Slough Creek, un campamento (que no es lo mismo que camping) a la entrada de una garganta en la que suelen merodear los grizzlies y los lobos. Sabíamos que en esa época del año los grizzlies no estaban muy activos por esa zona, pero teníamos esperanzas de ver algun lobo. El valle de Lamar es conocido como el Serengeti de norteamerica, por la gran cantidad de bichos que habitan alli, y por ser una de las vías de las migraciones de antílopes y demás hervíboros.

Cuando llegamos a Slough Creek comprendimos la diferencia entre campamento y camping. Los campamentos son la mínima expresión de camping. Aquí no llegan las grandes edificaciones rodantes de los típicos yankies. Sólo los reacios aventureros y tarados. Un espacio en el suelo para poner la tienda, con un hueco para hacer una hoguera, y unas letrinas para... bueno, para lo que sea. Este en particular era un sitio muy agradable, a la orilla de un riachuelo, con muchos arbolitos, y mucha tranquilidad, justo a la entrada de la garganta. El numero de plazas es limitado, y funciona con la vieja ley de "maricón el último" (los campings, en cambio, se pueden reservar). Llegas, pones tu bandera, pagas la cuota dejando el dinero en una cajita a la entrada del parque y te instalas. Se supone que hay un guarda (voluntario?) que pasa la noche allí, en una caravana, que se encarga de recoger el dinero y comprobar que todo está en orden.

Tras asegurarnos de tener sitio para dormir, pusimos rumbo a Mammoth, el distrito donde se encuentran las fuentes de agua caliente y las terrazas de carbonato cálcico, en la parte noroeste del parque (hale! al otro lado del mapa, oyes!). Despues de fliparlo un rato con las terrazas de acuarelas, decidimos aprovechar el buen tiempo para dar un paseito.

Elegimos ir a un estanque hecho por castores. En nuestra guía decía que el recorrido era de 5 millas y se tardaban 2.5horas. Cogimos agua, un poco de comida para el camino, y nos pusimos a andar. Primero subida por el monte, hasta contemplar el centro de visitantes desde lo alto, y luego entre bosquecillos y praderas. Muy bonito, muy agradable, muy solitario. Cuando uno lee en la guia las historias de osos, lobos y demás bichos, empieza a emparanoiarse con los peligros de la vida salvaje. A los americanos les gusta advertir hasta la saciedad de los peligros, para evitar posibles denuncias por no dejar claro que te puedes jugar la vida si eres un descerebrado. Así que cuando vas caminando por el bosque es fácil fantasear con el peligro de perderse, desaparecer en el bosque, que te encuentres un oso, te coma y nunca más se supo de aquel turista. Pero en realidad, es bastante posible que si te encuentres un bicho, éste esté tan asustado como tú, y quiera evitarte como a la peste (eso por no decir que después de 2 horas caminando bajo el sol, cuesta arriba, empizas a traspirar lo tuyo y ser realmente una peste andando). Bueno, el caso es que después de ver la laguna creada por los castores (que parecía que hacía tiempo se habían mudado a otro territorio) y contemplar el paisaje y a un par de renos que se nos cruzaron por el camino tocaba volver. Estábamos cansados, el camino estaba mal señalizado y empezaba a oscurecer. Así que Selin decidió paniquear. Se puso nerviosa, empezó a andar más deprisa y se puso de mal humor. Aunque le explicaba que no pasaba nada, que aun faltaba un poco y que llegaríamos, ella prefirió pensar que estábamos perdidos, que nos habíamos cambiado de valle y que nunca volveríamos con vida, porque los osos estaban hambrientos y el bocadillodeNicolás (léase Selin) parecía apetitoso. Tardamos un buen rato aún en ver el centro de visitantes, y cuando lo hicimos Selin se llevó una alegría conmovedora y rompió a llorar (criaturilla). El paseillo de 2.5horas se nos había hecho demasiado largo, así que como recompensa nos tomamos un heladillo, descansamos un ratillo y nos volvimos a dormir en nuestra cómoda y placentera tienda.

Esa noche, miesntras hacía guardia para convencer a los lobos que el bocadillodeNicolás era mío, las estrellas estaban increíbles.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muchas Gracias por la traca final!!! :-) espectacular de verdad. Tenéis que avisar, yo he entrado por casualidad y grata sorpresa... que conste que yo lo solicité. Pues es buena idea comenzar otro blog con vuestras nuevas aventuras con Nicolás. Un beso para los tres.

febrero 04, 2008 2:09 a. m.  

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