sábado, febrero 02, 2008

GTF (2)

Nos levantamos deprisa y corriendo para llegar lo antes posible al parque. Habíamos leído que algunos campings se llenaban pronto y que si te quedabas tirado era una puñeta, porque significaba tener que salir del parque, encontrar un sitio fuera de los límites del parque (no se puede acampar por libre sin un permiso especial), tener suerte y que no esté todo ocupado tambien fuera y encima pagar un sobreprecio porque los precios son más altos. Pronto aprendimos cómo funcionan las cosas de verdad.

Al poco de entrar en el parque, nos dimos cuenta de que Yellowstone no defrauda. Un águila calva nos recibió cerca de la carretera, y las praderas empezaban a vislumbrarse entre las colinas de las primeras millas. El primer camping lo describían como un apacible lugar a la orilla del río, cerca de una zona frecuentada por ciervos y alguna manada de bisontes. No tuvimos ningún problema en encontrar un sitio, por un módico precio. Lo que los yankies llaman camping es una especie de urbanización, donde la mayoría de la gente aparca sus inmensas casas rodantes, y algunos pocos instalan tiendas de campaña. Este estaba en el valle de Madison y estaba gestionado por Xanterra, que era una agencia que se ocupa de la mayoría de hoteles, restaurantes y campings de los parques nacionales que visitamos. En general, están bastante bien cuidados y muchos tienen baños, duchas, incluso servicios de lavandería y/o tiendas de alimentos. El de madison no tenia demasiados lujos, y era bastante tranquilito porque esta zona está sólo de paso a las principales atracciones geológicas del parque.

Yellowstone está dividido en 7 distritos: Mammoth, Roosevelt, Canyon, Lake, Geyser, Norris y Bechler Corner la parte más remota del parque y que nos dejamos sin visitar. Madison está entre Mammoth y Geyser, poco antes de la intersección de la carretera que conduce a Canyon, así que nos servía de campamento base para hacer varias excursiones.

Después de montar el campamento, y comer nuestro primer almuerzo campestre nos fuimos a ver la zona de los geisers, posiblemente el mayor centro de atención de los visitantes del parque. Es aquí donde se pone de manifiesto que todo el parque no es más que el resultado de una gigantesca erupción volcánica de hace 600mil años, y que aún hay actividad por debajo de nuestros pies, como demuestran los 200 y pico geysers que siguen activos, sin contar fumarolas, calderas, y demás maravillas.

Los alrededores del Old Faithful, como se llama el famoso geyser central, más parecen un parque de atracciones que un parque natural, pero dista bastante del defraudante espectáculo de aquel geyser que fuimos a ver en Calistoga al principio de nuestras aventuras. Old Faythful es gigante, pero no es el más grande de los que hay en los alrededores. Un paseito bien montado circula entre ellos, y los estanques de colores intensos (resultado de la actividad de bacterias, para que luego digan de las bacterias!), con abundante olor a huevos podridos y sistema de calefacción natural a vapor. Cuentan los paneles de información y las guías de viaje, que cuando descubrieron todas estas fuentes de vapor natural, algún colono espabilado montó una lavandería, una piscina de agua caliente, saunas, jacuzzies, ... Luego se dieron cuenta de que todo eso afectaba a los geysers (si quitas agua, hay menos vapor para hacer presión y disparar el chorrito para arriba), y desde entonces al viejo Faithful ya no se le levanta como antes, ni con viagra ni nada.

Durante esos días a media tarde a Selin le daba el bajón así que solíamos hacer una parada de siesta. Así que mientras ella se quedaba durmiendo en el coche, yo estuve haciendo unas fotos a la puesta de sol entre fumarolas. La luz estaba estupenda, y el paisaje era de ensueño.
Cuando regresé casi me meto en el coche que no era, pero me dí cuenta antes de hacer el ridiculo intentando meter la llave donde no debía. Cuando por fin localicé el coche que debía ser, Celia me informó que hacia un ratillo un tipo se había colado en nuestro coche mientras ella dormia en el asiento de atrás. Por lo visto ella pensó que era yo, y masculló algo en español y el tipo debió llevarse un considerable susto. Tras el educado intercambio de "who are you, and what are you doing in my car!!??", el tipo se dió cuenta de que no era su coche, pidió perdón y Selia siguió durmiendo, pero esta vez con el seguro bajado. A mi me sorprende que no haya dejado sordo al desconocido con un grito atronador.

Y para celebrar que era nuestro segundo aniversario, esa noche nos fuimos a cenar al parador. Derroche de lujo, en un salón estilo cabañoso bastante animado. Aperitivo mientras nos daban mesa, y luego un filetón de reno que estaba estupendo. Con el estómago lleno, nos fuimos a dormir a nuestra confortable tienda de campaña bajo las estrellas.

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