viernes, octubre 13, 2006

En Santa Barbara I

El fin de semana pasado fuimos a Santa Barbara. Miwell tenía un Congreso y había que aprovechar.

Teóricamente esta ahí al lado, así que decidimos ir paseando por la carretera de la costa. Vimos focas, elefantes y leones marinos y nutrias de mar. Con nosotros venía un compañero de despacho de Miwell, suizo el, que estaba encantado. No se cansaba de repetir que habíamos visto 4 tipos diferentes de mamíferos marinos en un día y claro, para él, eso es apasionante porque en Suiza no hay mar.

Creo que la pasión se le fue apagando poco a poco cuando en vez de las 5 horas esperadas tardamos 9 en llegar a nuestro destino. De hecho, decidió no volver con nosotros y buscarse la vida en otro coche.

En realidad no estábamos en Santa Barbara, estabamos a las afueras, cerca de la Universidad, así que al día siguiente, después de desayunar cogí un autobús para, provista de mi cámara, ir a hacer turismo al centro.
El autobús se cogía enfrente del hotel y para mi desesperación, mientras decidía por donde tenía que cruzar, pasó por delante de mis narices.
Supongo que cuando estas en un sitio que no conoces, la cara de gilipollas desorientada, guía en mano la cámara al cuello y tu mochila llena de mapas, te delatan.
Me quedé mirando como pasaba el autobús y ví al conductor que me miraba con cara interrogante, así que salí por un momento de mi estupor, sorbí el hilillo de baba que me colgaba del labio y asentí con mi cara de pollo degollado. Ante mi estupor, el conductor se paró en la siguiente parada, se bajo del autobús y me hizo señas para que me acercara. Y allí se quedó, esperándome mientras yo corría sujetando la cámara, con la guía pegando botes y los mapas amenazando con saltar de la mochila.

Llegué con la lengua fuera y el tipo me explicó que para ir al centro como era sábado tenía que hacer un trasbordo. Cuando llegamos a la parada, se volvió a bajar y me indicó donde estaba la otra parada mientras me decía que cogiese el 11 o el, que en realidad por allí todos los autobuses iban al centro. Me subí primer autobús que llegó (ninguno de los que me dijo el amable conductor) y después de una hora y media de recorrer todas las urbanizaciones de la zona llegué al centro, que estaba a 4 km de donde me había montado en el maldito autobús.

Santa Barbara es lo que te esperas cuando vienes a California, sol, playa, patinadores, casas blancas y palmeras.

Según mi guía había que visitar la calle principal y alrededor de ella, todas las atracciones de la ciudad, vestigios de cuando los españoles tenían tiranizado al personal.
Peeeeeeeeeeero, la calle principal era también la calle de las tiendas. Así que me costó bastante avanzar calle abajo.
En la primera tienda que entré la media de precios debía estar en los doscientos dólares. Me lo pasé bastante bien probándome la mitad de la tienda y convenciéndome a mi misma de que las malditas camisetas de 90$ cada una, no me quedaban también. Al final me comporté y no me compré nada, pero claro, en mi camino se cruzó entonces una tienda con camisetas a 9$, y esa fue mi perdición, después de salir de la otra tienda se me cruzaron los cables y me lo compré todo.
Aquello es el paraíso de las tiendas y no es recomendable que te dejen suelta tan tiempo. Acabé agotada, me olvidé de comer de la emoción. Aun así reuní las fuerzas suficientes para salir de aquella calle demoníaca e ir hasta la playa y el muelle y cumplir con la otra parte del buen turista, la de hacer miles de fotos. Como además no estaba nada inspirada para hacer fotos decentes, (solo pensaba en que me diera tiempo para volver a aquella tienda donde había visto esa chaqueta tan mona) decidí que si hacía cientos de fotos al tuntún, alguna valdría la pena. Hice tantas que agoté la batería y como nos olvidamos el cargador nos quedamos sin fotos al día siguiente de la Misión, de las playas gigantes, de la costa.., en fins que tardamos otras nueve horas en volver.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Para esos casos de imprevisión y falta de batería te podemos recomendar una tienda de fotografía a precios "muy arreglados" en SF. A mi se me olvidó el nombre pero a tu padre seguro que no.
Besos

octubre 16, 2006 2:11 a. m.  

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