El concierto y el regreso a casa

Finalmente mi jefa decidio considerar que el concierto y la recepcion fueron un exito. Recaudamos 454 dolares y la comida fueron 400 (solo tuvimos que pagar por las invitaciones, sobres, sellos, las entradas...)

Escribio para felicitarme y todo. De la recepcion no puedo decir nada, no estuve. Me toco quedarme abajo en la entrada recibiendo a la gente para darles sus entradas, como de todas formas las teniamos que pagar, mi jefa se dedico a invitar a sus amiguitos y personalidades varias (que ni siquiera asi aparecieron). A la primera parte del concierto, no llegue (estuve de un lado para otro corriendo con las entradas de la gente que las queria cambiar porque no estaban al lado de sus amiguitos). Llegue a la segunda que era la pieza que un tipo habia escrito para Martin Luther King y que anunciaban como la premiere en la costa oeste. Menudo esperpento, un coro pegaba gritos mientras un tipo tocaba el saxo y otro afroamericano mugia en vez de cantar (tenia una voz increible, pero en lugar de cantar emitia extranhos sonidos con la boca cerrada) y la orquesta hacia un ruido espantoso y desacompasado que llamaron musica. Demasiado moderno para mi gusto, aunque el resto aplaudieron como locos. No se si la gente tiene miedo de quedar de inculta si dice que estas cosas modernas son una mierda o la inculta soy yo por no gustarme esa mierda de ruido.
Lo demas me lo perdi porque me toco ir a limpiar los restos de la comida y el salon de la recepcion. Si era todo como lo que oi, me alegro. Ademas la comida estaba estupenda y habia sobrado un monton, asi que me puse las botas, y me hice unos paquetitos para comer el resto de las semana.
Entre pitos y flautas llegue a casa a las 11.30 y claro, Miguel llevaba unas cuantas horas en el reino de los suenhos.

Me puse el pijama sin hacer ruido y me fui a la cocina a beber un vaso de agua.
Cuando llegue, perdi el sentido, al lado del fregadero estaba desplegado un pequenho expositor de delicatessen.

A pesar de que acababa de cenar, los ojos se me salieron de las orbitas y comence a salivar hasta formar un pequenho charquito en el suelo, recogi mis babas y me fui corriendo a despertar al bello durmiente, me daba pena, pero no podia dejar de aullar.

Cuando por fin consiguio saber donde estaba y que estaba ocurriendo me invito a abrir la nevera. Habia burlado a los perros y los aduaneros.