El Valle de la muerte. Los preparativos y el viaje
Nos ha costado un año, pero por fin lo conseguimos. Este fin de semana, aprovechando que el lunes era festivo, nos pegamos el tute y recorrimos las 528.33 millas (850,265 Km.)en escasas 13 horas que llevan al desierto, al valle de la muerte.
Llevábamos tiempo preparándolo. Miguel estaba decidido a que fuésemos de camping, axial que a lo tonto, fue comprando primero una tienda que estaba muy barata, luego llegue a casa un día y me encontré con un paquete con unos sacos de dormir que llegaron cuando el estaba en Europa... Yo que soy muy perspicaz empecé a sospechar de qué iba todo aquello. Se acabaron las camas y los restaurantes en las excursiones, a dormir a ras de suelo y a cocinar en un hornillo, fuera las duchas de agua caliente en un baño limpio. Viva la refrescante sensación de una ducha helada sobre el cuerpo para despertarse
No es por quejarse, que a mi la idea me parece bien, eh!
El domingo anterior a partir y a modo de entrenamiento y evaluación de nuestras habilidades en el montaje de tiendas, montamos la tienda de campaña en la sala, dentro de casa. Los que han estado en casa sabrán lo que eso significa, se acabó la sala, a comer a la cocina.
El día anterior habíamos dormido la siesta (las buenas costumbres no hay que perderlas por cambiar de país) en nuestros respectivos sacos. Se pueden juntar y hacer su saco gigante compartido (muy útil, te permite compartir tus gélidos pies con el compañero de aventuras) y había que probar el invento.
El plan era dormir en el desierto y hacer acampada libre, así que después de hacer itinerarios, programaciones, rutas, planning de tiempo y hacer la compra de todas las barritas energéticas del mundo y mas, por fin el viernes cargados con nuestras mochilas de excursionistas nos pusimos camino al desierto, 2 gallegos, un asturiano y una alemana. Estupendo para practicar nuestros balbuceos en ingles, fin de semana intensivo.
El primer día, coche, coche y coche. California pabajo. Como la sierra esta cerrada y no se puede cruzar, la única forma era bajar hasta casi Los Ángeles y después volver a subir por la carretera que lleva a Las Vegas. Total 13 horas contando paradas para reponer fuerzas, comida mexicana, café con tarta de chocolate... en fin unas pocas calorías para reponer el desgaste de culo sentado todo el DÍA.
Lo mejor, la cena. Un sitio que se anunciaba como el mejor griego de California, en un pueblo en mitad de la nada, donde se notaba ya la influencia de la cercanía de Nevada, los casinos y el gusto recargado. El sitio, mezcla de Mcdonalds y una reproducción del Partenón, no tenia desperdicio, todo lleno de estatuas y dorado. Lo cierto es que la comida no estaba del todo mal.
Cuando finalmente llegamos al motel (llegábamos muy tarde para acampar), eran mas de las 9, por supuesto, ya se había hecho de noche y nos fuimos directamente a la cama para madrugar al día siguiente.