lunes, julio 23, 2007

Turno de visitas de verano. De nuevo excursiones

Después del viaje a Hawaii (aka el paraíso), volvimos al trabajo y nos preparamos para las visitas del verano. Aquellos pocos valientes que se atrevieron a cruzar el charco, aprovechar la oportunidad de conocer la Bahía y visitar los EEUU, ese país que todo el mundo odia, pero que una vez que lo conoce, no le parece tan malo.
Nos dimos cuenta de que en realidad, desde que regresamos del paraíso teníamos los días contados. Primero venían AG y mi ahijado; teníamos un par de semanas y llegaba la amiga Cretina; en cuanto se fuera, una semana y comenzaba nuestro recorrido por los Parques Nacionales y al llegar nos teníamos que poner a empaquetar, cerrar cuentas, dar de baja servicios y hacer maletas porque en 15 días mas, abandonábamos definitivamente el nuevo continente (no sin antes pasar por New York, claro).
Lo cierto es que el tiempo se paso volando y ahora a.C. estamos, intentando instalarnos en la madre patria e intentando creernos que como en este país no se vive en ningún otro.
El único requisito que impusimos a los que nos vinieron a visitar, era el impuesto revolucionario, provisiones de latas y embutidos para los momentos de nostalgia gastronómica. Con el paso del tiempo descubrimos que allí se puede encontrar de todo, aunque a veces a precio de oro, pero el cobro del impuesto nos sirvió para mantener siempre la despensa en un nivel optimo de delicias con las que organizar estupendas sesiones de aperitivos y comidas en la terraza, los domingos al sol. El otro requisito, que los invitados contasen su visita en el blog. Aunque algunos tardaron, cumplieron con su promesa, otros empezaron, y algunas todavía nos deben su visión de los hechos, aunque han prometido que en breves nos pondremos al día. Pero básicamente y para resumir: excursiones, comilonas y más excursiones. En eso consistieron los tres últimos meses en Berkeley.

domingo, julio 22, 2007

Reflexiones

Ahora entiendo porque todas las novelas rosas se desarrollan en playas paradisíacas, llenas de palmeras con puestas de sol que quitan el hipo. Así cualquiera, hasta yo podría escribir una novela de esas, si me pongo, hasta una erótica (esto es un chiste especial para Conchi. Lo difícil es hacer una novela rosa con días que terminan a las 5 de la tarde con una manta de agua que te deja encerrado en casa por una semana, todo triste y gris a tu alrededor.
También entiendo mejor a las jovencitas que se casan con vejetes repulsivos podridos de dinero, yo también me podría enamorar de esas casas y sobre todo de esos restaurantes con comidas exquisitas a precio de oro, claro que entonces si que no habría ninguna posibilidad de estar estupenda y un vejete se interesase por mi.
En fin, que tampoco esta mal un fisicucho que te lleva a conferencias a Hawaii. Aunque esto es como lo de los niños saharauis, es mejor que tengan la oportunidad de conocer y disfrutar una temporada, o es una crueldad mostrarles lo que se están perdiendo?
A que demonios se dedica toda esta gente que tiene tanto dinero? que hay que estudiar?

Señor!!!!!!!!!!!! que mal repartido esta el mundo. Esta lleno de gente que ya no sabe en que gastarse el dinero y están dispuestos a pagar $25 por un café con leche y un platito de fruta por no andar 100m y otros muriéndose de hambre porque no tienen ni fruta.

Y yo en medio, muriéndome de envidia de los ricachones y quejándome porque otros se mueren de hambre. Si es que en el fondo soy una hipócrita con complejo de perro del hortelano.

lunes, julio 09, 2007

humuhumunukunukuapuaa

Las charlas en Jagüai empezaban cada día a las 9am, y terminaban a las 6pm, con una pausa de 12:30 a 2:30 para comer. Eso no dejaba demasiadas oportunidades para ir a la playa. Pero aprovechando el jetlag, y que desde que las temperaturas permitían meterse en el mar desde el amanecer, nos pudimos levantar a las 6, ir a bucear, o a pasear por la playa antes y después del trabajo. Selin, por supuesto, se lo pasó todo entre la piscina del hotel, y la playa.

Levantarse por la mañana y acercarnos a una reserva marítima nos llevaba 15min. Es increíble lo buenísima que esta el agua incluso a a las 6.30 de la mañana. Y lo mejor es que apenas esta revuelta, y no hay gente chapoteando, así que hay unos cuantos metros de visión submarina para ver de todo, ya desde la orilla. Y eso que yo soy un gafotas y no veo tres en un burro. Vimos corales, pececillos de todos los colores (a toda la troupe de Nemo, menos a Nemo) y a un montón de Humuhumunukunukuapuaas... que es como se llama el pez del estado, también conocido como "reef trigger fish". Pero tal vez el bicho marino que mas nos impresiono ver fue uno que se nos escapo en Costarica. Y esta vez, nos lo encontrábamos hasta en la sopa. Puedes ir tranquilamente chapoteando y que una tortuga verde de un metro te salga al paso y se te quede mirando con cara de curiosidad. Claro, yo a Celia le había dicho que estos bichos comen corales, y algas y cosas así, y que tenían un pico como el de un loro y que si te mordían te podían arrancar un brazo (si, resulta que debo tener una vena andaluza sin identificar)... y la niña no se lo tomo a la ligera y cada vez que veía una tortuguita curiosa, se agitaba un poco, reculaba y me dejaba a mi frente a frente con el monstruo marino.

Después del paseo matutino, nos íbamos al hotel, donde yo tenia desayuno incluido en la conferencia y Celia esperaba ansiosa en la habitación a que le llevase algo (ay, dame aaaaalgo). Despues, cada uno a sus cosas hasta la hora de comer. Yo Conferencias superinteresantes, Celia al sol en la playa o la piscina. Comidita volando, y excursión a la playa.

Y por la noche, intentábamos ir a cenar al pueblo de al lado. La gesta requería coger el coche, atravesar las mansiones de los ricachones, los hoteles de los no tan ricachones, y elegir alguno de los cientos de centros comerciales llenos de tiendas para turistas, almacenes, cervecerías y restaurantes.
El problema de los restaurantes es que no parecía haber nada intermedio: o era carísimo, o era fast food. El primer día probamos suerte en uno de comida mediterránea (griega) que no estuvo mal. Pero las esperanzas de disfrutar de una cena estupenda se centraban en el banquete de la conferencia: un luau.

Los luaus son los banquetes tradicionales hawaianos, que aunque dicen que aun se practican en algunos pueblos nativos, se han convertido en un atractivo turístico más.
La cosa consiste básicamente en cocinar un cerdo entero envuelto en hojas bajo el suelo, acompañado de miles de viandas y bailes con faldas de flecos, gorros de plumas y tetas de cocos. En el hotel organizan un par de luaus semanales, con música y bailes tradicionales. Muy espectacular. Así que nos esperábamos una cosa así, como la que habíamos visto en el jardín del hotel. Sobre todo, porque el maldito Luau de la conferencia costaba 60$ para los acompañantes de los conferenciantes, y por ese precio, Celia llevaba salivando desde principios de semana, imaginándose al cerdito mirándola con sus ojitos tristes y una manzana en la boca. Pero nuestro banquete lo organizaron en el ático del hotel, en lugar de en el jardín y aunque la comida no estaba mal, no había rito de enterramiento y cocinado de cerdo, ni taparrabos ni tetas de cocos, si no un triste self service. Aunque se podía repetir hasta morir, no valía la pena entregar nuestras vidas por tan triste demostración.
La velada estaba amenizada por un grupo artístico compuesto por una señora redonda y con traje de mesa camilla, cantando, un triste señor, con cara de cerdo, pero muy delgado,(lo que le salvo de que Celia le metiese una manzana en la boca y le hincase el diente), tocando el ukelele, y dos chavalotas que hacían turnos para bailar al hula estilo hawaiano. Nada de taparrabos, cocos, plumas o hierbajos colgantes. Todo muy decente y muy soso.
Nos sentamos frente al escenario, para hacer fotos, en una mesa repleta de japoneses cargados de cámaras digitales que no quitaban ojo a las chavalotas, y no hablaban mucho. Entre baile y baile aplaudían, y luego se ponían a la cola para sacarse fotos con las muchachas. Ese era más el espectáculo en realidad.
Y esta es la historia de como nos quedamos sin disfrutar de un autentico luau, un autentico cerdo a las brasas y nos fuimos a la cama con el estomago cuasi vacío en lugar de rebosante según nuestras expectativas....

curvas y más curvas

Sigamos con el relato de las aventuras en Jagüai. Todo iba bien hasta ahora. En el aeropuerto hacía calorcete, aunque fuera soplaba vientos de tormenta. Tras recoger la maleta fuimos a por el coche de alquiler. Todo un chollo, en teoría.

Cuando llegamos a la oficina empezamos a ver el problema. Alquilar el coche era baratísimo, pero entre impuestos, seguros y tasa de conductor adicional, nos salió por un pico. A pesar de todo, salimos de alli contentos porque, aunque nos habían dado el coche más feo del mundo (un Chrysler PT cruiser), resultó ser descapotable. Y eso mola. Mola mazo, sobre todo cuando estás en una isla tropical, con cielo azul, temperatura estupenda, y te diriges a una carretera sinuosa entre acantilados, puentes, cascadas, bosques de bambú... Así que nos montamos y salimos pitando rumbo a Hana, la zona de Maui más remota, en el extremo oriental de la isla.

Para comer, hicimos un stop en un pueblo donde compramos víveres para la excursión, y nos metimos una supermegahamburguesa entre pecho y espalda. Fantástica. Cara. Empezabamos a notar que todo en la isla parecía desorbitadamente caro. Pero que demonios? Esto sólo se hace una vez, no?

La carretera de Hana es famosa por las curvas. Es una especie de Big Sur, pero en el Hawaii. Mola bastante el contraste entre el azul del mar y el verde de las montañas que rompen en acantilados. Los turistas suelen ir por la mañana, y regresar por la tarde. Nadie se queda en Hana, pq no hay demasiadas opciones para dormir. Pero hay un parque nacional alrededor del volcán Haleakala, con un camping. Y para eso nos habíamos traído la tienda. Después de no sé cuantas horas de viaje, estábamos hartos de tanta curva. Se estaba haciendo de noche, y teníamos que llegar para montar la tienda antes de que no hubiese luz. Llegamos por los pelos, a un campamento que estaba al lado del mar, a las faldas del volcán. Pero claro, el volcán no se veía porque estaba nublado (esta historia nos suena, no?). Como es un volcán durmiente, no hace ruido... pero lo que sí hacen ruido son los "güays" que van a pasar el fin de semana al parque y montar fiesta. Afortunadamente, son güiris y solo tocan los tambores hasta las 11. Así que dormimos tranquilamente bajo las estrellas y la luna llena. El tiempo puso a prueba nuestra tienda, con algun chaparroncito nocturno, y viento más o menos constante. Afortunadamente, la tienda se portó bien. Por la mañana nos levantamos temprano (vimos el amanecer) y nos pusimos en marcha para explorar la zona.


En la zona hay unas piscinas naturales que se forman en la roca por la erosión de un río. En la parte baja, con las mareas entra agua salada, pero por lo general es agua dulce. Cuando llegamos estaban cerradas, no sabemos si por efecto de las lluvias, o porqué. La otra atracción del lugar es una excursión hasta las cascadas de Waimoku, que atraviesa varios tipos de vegetaciones, entre ellos un espectacular bosque de bambú.

Después de la excursión, emprendimos el camino de regreso, por la carretera de las curvas infinitas, pero esta vez, parando a ver las cositas. Esta vez se nos hizo más agradable, con solete, playas de arena negra, cascadas, y vistas del mar.


Lo único negativo, fue la comida. Estábamos un poco desorientados, y dudamos entre tomarnos un brunch, y/o comer tarde... al final, la cagamos. Ni brunch, ni leches. Comimos una merda de almuerzo, caro, en el pueblo de Hana.

Por la tarde, pusimos rumbo a Wailea, en la zona occidental de la isla, donde se celebraba el congreso. A medida que nos acercamos al hotel, nos dimos cuenta de que esa era la zona de turismo rico. Campos de golf, jardines impresionantes, casas de quitar el hipo, hoteles de superlujo... playas privadas, puestas de sol espectaculares. Claro, el precio rebajado del hotel, especial para conferencia, era de 200$/noche (mitad de precio de la tarifa normal!), asi que podemos hacernos una idea...

Después de maravillarnos un poco con las instalaciones del local (Marriott), y de la playita, y de ver la puesta de sol, nos fuimos a cenar a Kihei, el pueblo más grande de las proximidades. Pueblo/calle, con bastantes restaurantes, en los que nos resultó dificil encontrar algo razonable (precio/calidad). Finalmente, nos metimos en un griego/mediterráneo que resultó bastante bien. Con el estómago lleno, nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, empezaban las vacaciones de sol/playa/lujo para Selin, y la conferencia de salón-hiperfrío y oscuro para Miwelin. Aunque hubo tiempo para todo...

El cochecito, leré

Epah! Se me había olvidado terminar la historia del cochecito!!

Después de la excursión a Yosemite, con el coche de alquiler, nos quedaba por solucionar el problema de nuestro propio coche. El lunes después de la excursión, fuí a devolver el coche de alquiler a Livermore, llamé a la grúa para que me lo llevaran a un garage. Acercarlo a Berkeley no me lo cubría el seguro, y como tenía que pagar unos 400$, decidí dejarlo en Livermore (que sí me lo cubría). El chico de la grúa me dijo que los Daewoos eran problematicos porque era difícil encontrar partes y que él me recomendaba llevarlo a otro sitio que estaba en dirección opuesta a Berkeley, y al que tambien tenía que pagar. Pero llamamos a un garage en Livermore y nos dijeron que intentarían hacer algo. Al llegar con el coche, e ir a la oficina, la primera frase que oigo es "Daewoo? Imposible, aquí no hacemos Daewoo". Momento de pánico, Miguelito empieza a sudar en frío (a pesar de los 40 grados que debía hacer allí). Conseguimos identificar al responsable de nuestra conversación telefónica, que se hace cargo del asunto diciendo que él no veía problema en intentar conseguir las partes. Apalabramos solución, y luego por teléfono ultimamos detalles. Una semana más tarde ten?a el problema solucionado, con frenos nuevos, suspensión ajustada, transmisión arreglada... y 1500$ menos en la cuenta. Fenómeno. Si es que no nos compensa tener coche. A alguien le interesa un estupendo Daewoo Leganza?? Lo ponemos a la venta ya. En perfecto estado, bien conservado. Bárbaro.

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