lunes, febrero 04, 2008

GTF (4) -- Yellowstone River

Al día siguiente preferimos tomarnos un descansillo, así que después de tomarnos un cafecito en el Roosevelt Lodge, aprovechamos para pegarnos una reconfortante ducha (después de dos días haciendo camping, ya hacía falta). A continuación fuimos a visitar el río Yellowstone a la altura de Tower Fall. En realidad, ya habíamos pasado al lado, pero sin detenernos.

A la altura de Calcite Springs, hay un cañón bastante chulo. Al lado de la carretera hay un mirador al río y desde alli se pueden divisar águilas pescadoras, y alguna que otra cabra de montaña. También se puede ver el precipicio de la otra orilla, y los diversos estratos geológicos, entre los que llama la atención una capa de varios metros de roca negra volcánica de la superexplosión de hace unos pocos cientos de miles de años. Por la cima de ese acantilado transcurre un paseillo tranquilo.

Después de comernos unas cebollas rellenas en una zona de picnic al comienzo del camino, y de pegarnos una siestita estupenda a la sombra, hicimos la excursión muy reposaditos. No vimos ningún bicho, ni cabras ni águilas. Sólo nosotros, y las vistas del valle. Como nos quedamos con ganas de ver animalitos decidimos ir a explorar la parte más oriental del parque, Roosevelt Country.


Por el camino, en el valle de Lamar volvimos a encontrarnos con los antílopes que pastaban tranquilamente, y con montones de bisontes. Montones, y montones. En Roosevelt hay un par de granjas de bisontes (venden la carne para hacer hamburguesas y chuletones estupendísimos!!), y los muy condenados se pasean por la carretera tan panchos, deteniendo todo el tráfico que cruza el parque.

Al día siguiente, continuamos con nuestras excursiones por la zona central, abandonando nuestro campamento base de Slough Creek donde habíamos pasado dos noches. Al levantarnos, vimos a un par de ciervos paseandose por el campamento que claramente venían a despedirnos. Para desayunar, nos acercamos otra vez al Roosevelt Lodge a pegarnos un homenaje. Café, tostadas, salchichas, pancakes... esas guarradas, ya sabeis.

Nuestro plan del día era subir hasta el pico Washburn, por una zona de paisaje alpino chulísimo por la que habíamos pasado un par de veces con el coche. Cuando llegamos al punto de partida, nos encontramos con que el camino estaba cerrado "por elevada actividad de grizzlies". Nuestro gozo en un pozo. Afortunadamente, había una ruta alternativa, posiblemente menos vistosa, pero igualmente gratificante. Así que nos lanzamos monte arriba a la busqueda de adrenalina. Era tempranito, así que nos evitamos los calores sofocantes del mediodía, y eso se agradecía. Durante todo el camino nos encontramos con gente que debió tener la misma idea que nosotros. La mayoría iba cargados con spray antiosos, ridículos cascabeles para osos y demñas artilujios para evitar que venga el oso y te coma. Muy alentador. Otros turistas más descerebrados iban con zapatos de calle, ropa de verano (sin pensar que a 3mil metros hace un poco de frescor), sin agua, etc. En la cima del monte hay un observatorio desde el que los rangers del parque vigilan los posibles incendios. Poco antes de llegar, nos comentó una señora que bajaba que apenas 30minutos antes un grizzly había cruzado por donde estábamos ("uh, que bien!"). Desde la cima se veía una buena parte del cañon del Yellowstone, y de los valles de alrededor, pero había bruma y la visibilidad no era fantástica.

De regreso, nuestro destino era el camping del Canyon Village, el pueblo principal del parque, muy cerquita del Gran Cañón del río Yellowstone. De camino, nos encontramos con un alce hembra con su ternero escondidos ente los árboles y un poco más alante un coyote que cazaba topos a escasos metros de nosotros, con una efectividad impresionante.

Después de instalar la tienda en el camping de Canyon Village, poner la lavadora y preparar la comida, fuimos a dar un paseo por el cañón. Es bastante impresionante, y hay un par de cascadas espectaculares, que decidimos explorar al día siguiente con más calma. Esa tarde, sí tuvimos ocasión de ver unas cuantas águilas pescadoras, y algunas crías en sus nidos pidiendo a gritos algo de comer. Lo flipamos con el teleobjetivo que se traía un fotógrafo, del calibre mil, y que tardó unos pocos minutos en instalar. Seguro que se le veía la epiglotis al polluelo. Apuesto a que tarde o temprano veremos esas fotos en algún ejemplar del National Geographic.

sábado, febrero 02, 2008

GTF (3)

Selin se levantaba varias veces cada noche para ir a miccionar, y claro en un paraje aislado donde habitan todo tipo de bichos... adivinamos a quien le tocaba montar guardia? Esa primera noche en Yellowstone escuchamos numerosos pasos por los alrededores. Por la mañana vimos pisadas de bichos, que debían ser ciervos (más que nada porque pensar que por la noche un rebaño de búfalos se pasease por delante de la tienda de campaña da un poco de canguelo).


El destino del segundo día estaba en el valle de Lamar, en el noreste del parque. Teníamos que conseguir sitio para dormir en Slough Creek, un campamento (que no es lo mismo que camping) a la entrada de una garganta en la que suelen merodear los grizzlies y los lobos. Sabíamos que en esa época del año los grizzlies no estaban muy activos por esa zona, pero teníamos esperanzas de ver algun lobo. El valle de Lamar es conocido como el Serengeti de norteamerica, por la gran cantidad de bichos que habitan alli, y por ser una de las vías de las migraciones de antílopes y demás hervíboros.

Cuando llegamos a Slough Creek comprendimos la diferencia entre campamento y camping. Los campamentos son la mínima expresión de camping. Aquí no llegan las grandes edificaciones rodantes de los típicos yankies. Sólo los reacios aventureros y tarados. Un espacio en el suelo para poner la tienda, con un hueco para hacer una hoguera, y unas letrinas para... bueno, para lo que sea. Este en particular era un sitio muy agradable, a la orilla de un riachuelo, con muchos arbolitos, y mucha tranquilidad, justo a la entrada de la garganta. El numero de plazas es limitado, y funciona con la vieja ley de "maricón el último" (los campings, en cambio, se pueden reservar). Llegas, pones tu bandera, pagas la cuota dejando el dinero en una cajita a la entrada del parque y te instalas. Se supone que hay un guarda (voluntario?) que pasa la noche allí, en una caravana, que se encarga de recoger el dinero y comprobar que todo está en orden.

Tras asegurarnos de tener sitio para dormir, pusimos rumbo a Mammoth, el distrito donde se encuentran las fuentes de agua caliente y las terrazas de carbonato cálcico, en la parte noroeste del parque (hale! al otro lado del mapa, oyes!). Despues de fliparlo un rato con las terrazas de acuarelas, decidimos aprovechar el buen tiempo para dar un paseito.

Elegimos ir a un estanque hecho por castores. En nuestra guía decía que el recorrido era de 5 millas y se tardaban 2.5horas. Cogimos agua, un poco de comida para el camino, y nos pusimos a andar. Primero subida por el monte, hasta contemplar el centro de visitantes desde lo alto, y luego entre bosquecillos y praderas. Muy bonito, muy agradable, muy solitario. Cuando uno lee en la guia las historias de osos, lobos y demás bichos, empieza a emparanoiarse con los peligros de la vida salvaje. A los americanos les gusta advertir hasta la saciedad de los peligros, para evitar posibles denuncias por no dejar claro que te puedes jugar la vida si eres un descerebrado. Así que cuando vas caminando por el bosque es fácil fantasear con el peligro de perderse, desaparecer en el bosque, que te encuentres un oso, te coma y nunca más se supo de aquel turista. Pero en realidad, es bastante posible que si te encuentres un bicho, éste esté tan asustado como tú, y quiera evitarte como a la peste (eso por no decir que después de 2 horas caminando bajo el sol, cuesta arriba, empizas a traspirar lo tuyo y ser realmente una peste andando). Bueno, el caso es que después de ver la laguna creada por los castores (que parecía que hacía tiempo se habían mudado a otro territorio) y contemplar el paisaje y a un par de renos que se nos cruzaron por el camino tocaba volver. Estábamos cansados, el camino estaba mal señalizado y empezaba a oscurecer. Así que Selin decidió paniquear. Se puso nerviosa, empezó a andar más deprisa y se puso de mal humor. Aunque le explicaba que no pasaba nada, que aun faltaba un poco y que llegaríamos, ella prefirió pensar que estábamos perdidos, que nos habíamos cambiado de valle y que nunca volveríamos con vida, porque los osos estaban hambrientos y el bocadillodeNicolás (léase Selin) parecía apetitoso. Tardamos un buen rato aún en ver el centro de visitantes, y cuando lo hicimos Selin se llevó una alegría conmovedora y rompió a llorar (criaturilla). El paseillo de 2.5horas se nos había hecho demasiado largo, así que como recompensa nos tomamos un heladillo, descansamos un ratillo y nos volvimos a dormir en nuestra cómoda y placentera tienda.

Esa noche, miesntras hacía guardia para convencer a los lobos que el bocadillodeNicolás era mío, las estrellas estaban increíbles.

GTF (2)

Nos levantamos deprisa y corriendo para llegar lo antes posible al parque. Habíamos leído que algunos campings se llenaban pronto y que si te quedabas tirado era una puñeta, porque significaba tener que salir del parque, encontrar un sitio fuera de los límites del parque (no se puede acampar por libre sin un permiso especial), tener suerte y que no esté todo ocupado tambien fuera y encima pagar un sobreprecio porque los precios son más altos. Pronto aprendimos cómo funcionan las cosas de verdad.

Al poco de entrar en el parque, nos dimos cuenta de que Yellowstone no defrauda. Un águila calva nos recibió cerca de la carretera, y las praderas empezaban a vislumbrarse entre las colinas de las primeras millas. El primer camping lo describían como un apacible lugar a la orilla del río, cerca de una zona frecuentada por ciervos y alguna manada de bisontes. No tuvimos ningún problema en encontrar un sitio, por un módico precio. Lo que los yankies llaman camping es una especie de urbanización, donde la mayoría de la gente aparca sus inmensas casas rodantes, y algunos pocos instalan tiendas de campaña. Este estaba en el valle de Madison y estaba gestionado por Xanterra, que era una agencia que se ocupa de la mayoría de hoteles, restaurantes y campings de los parques nacionales que visitamos. En general, están bastante bien cuidados y muchos tienen baños, duchas, incluso servicios de lavandería y/o tiendas de alimentos. El de madison no tenia demasiados lujos, y era bastante tranquilito porque esta zona está sólo de paso a las principales atracciones geológicas del parque.

Yellowstone está dividido en 7 distritos: Mammoth, Roosevelt, Canyon, Lake, Geyser, Norris y Bechler Corner la parte más remota del parque y que nos dejamos sin visitar. Madison está entre Mammoth y Geyser, poco antes de la intersección de la carretera que conduce a Canyon, así que nos servía de campamento base para hacer varias excursiones.

Después de montar el campamento, y comer nuestro primer almuerzo campestre nos fuimos a ver la zona de los geisers, posiblemente el mayor centro de atención de los visitantes del parque. Es aquí donde se pone de manifiesto que todo el parque no es más que el resultado de una gigantesca erupción volcánica de hace 600mil años, y que aún hay actividad por debajo de nuestros pies, como demuestran los 200 y pico geysers que siguen activos, sin contar fumarolas, calderas, y demás maravillas.

Los alrededores del Old Faithful, como se llama el famoso geyser central, más parecen un parque de atracciones que un parque natural, pero dista bastante del defraudante espectáculo de aquel geyser que fuimos a ver en Calistoga al principio de nuestras aventuras. Old Faythful es gigante, pero no es el más grande de los que hay en los alrededores. Un paseito bien montado circula entre ellos, y los estanques de colores intensos (resultado de la actividad de bacterias, para que luego digan de las bacterias!), con abundante olor a huevos podridos y sistema de calefacción natural a vapor. Cuentan los paneles de información y las guías de viaje, que cuando descubrieron todas estas fuentes de vapor natural, algún colono espabilado montó una lavandería, una piscina de agua caliente, saunas, jacuzzies, ... Luego se dieron cuenta de que todo eso afectaba a los geysers (si quitas agua, hay menos vapor para hacer presión y disparar el chorrito para arriba), y desde entonces al viejo Faithful ya no se le levanta como antes, ni con viagra ni nada.

Durante esos días a media tarde a Selin le daba el bajón así que solíamos hacer una parada de siesta. Así que mientras ella se quedaba durmiendo en el coche, yo estuve haciendo unas fotos a la puesta de sol entre fumarolas. La luz estaba estupenda, y el paisaje era de ensueño.
Cuando regresé casi me meto en el coche que no era, pero me dí cuenta antes de hacer el ridiculo intentando meter la llave donde no debía. Cuando por fin localicé el coche que debía ser, Celia me informó que hacia un ratillo un tipo se había colado en nuestro coche mientras ella dormia en el asiento de atrás. Por lo visto ella pensó que era yo, y masculló algo en español y el tipo debió llevarse un considerable susto. Tras el educado intercambio de "who are you, and what are you doing in my car!!??", el tipo se dió cuenta de que no era su coche, pidió perdón y Selia siguió durmiendo, pero esta vez con el seguro bajado. A mi me sorprende que no haya dejado sordo al desconocido con un grito atronador.

Y para celebrar que era nuestro segundo aniversario, esa noche nos fuimos a cenar al parador. Derroche de lujo, en un salón estilo cabañoso bastante animado. Aperitivo mientras nos daban mesa, y luego un filetón de reno que estaba estupendo. Con el estómago lleno, nos fuimos a dormir a nuestra confortable tienda de campaña bajo las estrellas.

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