sábado, diciembre 23, 2006

Cenas y fiestas de navidad

Desde hace un par de semanas hemos ido de fiesta en fiesta de Navidad. Primero la del trabajo. Un viernes nos convocaron a una "cena ligera con presentaciones al personal en reconocimiento de su trabajo"


Esto se tradujo en ensalada de frutas, pastelillos árabes y una reunión con el Consejo de Dirección en el que nos hicieron levantarnos, presentarnos y hablar de lo maravilloso que era trabajar en Sentinel.
Con esta gente nunca se sabe porque están preparados para echar laaaaaaaaaargos discursos ensalzando las cualidades de su enemigo con la misma sonrisa con la que saludan a su mejor amigo, y así no sabes a que atenerte.
Uno de los miembros del Consejo se trajo a su hija de 10 que, cuando le llego el turno, se levanto, se presento y echo un discurso sobre lo duro que se trabajaba en la agencia, la ilusión con la que ella veía todo el esfuerzo que realizábamos para ayudar a los que no tienen tanto como ella, como todo esto le había tocado su corazoncito cuando su padre la llevaba a la oficina cuando tenia 4 años, y como le había hecho pensar en que podía hacer para colaborar y había decidido que lo que ella podía aportar era alegría. Por eso bailaba para nosotros y le gustaba tocar música. Casi le pego una leche al monstruito, que bárbaro.

Cuando acabo la "cena ligera" llevamos a Marta por primera vez en su vida a tomar algo y casi conseguimos que se emborrache con unos sorbitos que le dio a una copa.

Después, el sábado toco la fiesta de Centro, el sitio donde estuve de voluntaria el año pasado y donde a pesar de la pereza que me daba ir al principio lo pasamos muy bien.

Carlos y Patricia proclamaron abiertamente su amor ante la sorpresa de casi nadie, excepto por ellos mismos, comimos, intercambiamos regalos...
La verdad es que he tenido una suerte increíble con la gente que he conocido y me ha tocado trabajar.

El viernes nos tocó la despedida de Rupneet, una de mis compañeras de trabajo, que me recuerda a mi misma. Nos invito a su casa y a comida hindú yo volví a casa sin poder casi moverme. A mediodía había ido a comer con Maria y Mara, mis ex compañeras de Centro a un restaurante peruano donde nos pusimos las botas con Ceviche y otras delicias.




El sábado nos fuimos a pasear a San Francisco, a ver el ambiente navideño y hacer compras si encontrábamos algo.
Nos metimos en una especie de centro comercial donde estaban todas las tiendas mas caras del mundo y donde nada costaba menos de $1000 o te podías comprar un vestido lleno de rotos y enganches rebajado a $3000. Por la tarde fuimos a comprar las viandas para el domingo y decidimos el menú.


Miguel se paso toda la tarde del domingo cocinando delicatessen. Una sopa de marisco impresionante, (nunca he comido una tan buena) y un pescado rellenado con una salsa de no se que, que sabia a gloria.
Nos arreglamos, nos pusimos guapos, arreglamos la mesa y nos pusimos las botas.


Para Navidad me toco cocinar un cordero, que aunque no esta bien que yo lo diga, estaba bastante bueno y unas vieiras que no quedaron nada mal.
Cuando acabe de comer estuve media hora sin poder moverme y respirando trabajosamente.
Estoy mayor, antes esto no me pasaba, era un saco sin fondo y ahora, es horrible, me lleno y tengo que parar. Porras

miércoles, diciembre 20, 2006

Enchenta

Después del cocido madrileño, los gallegos, que en esto de comer ya se sabe como somos, nos comprometimos, (Jaime como cocinero)a hacer una comilona gallega. Barajamos varios platos, pero finalmente nos decidimos por almejas a la marinera, empanadas de vieiras y zorza y carne ao caldeiro con queimada para el postre.

Por supuesto, todo con imaginación para encontrar ingredientes sustitutos. Queimada de pisco peruano, páprika china y almejas y scallops de la bahía.

La tarde anterior la pasamos en la cocina preparando las empanadas y riéndonos con las ocurrencias de Jaime.

Como Alicia, Jector y Toni se negaron a volver a meter otra vez a 20 energúmenos en su casa pedimos que nos dejaran la cocina de la IHouse, la residencia de estudiantes de la Universidad, que es pequeñita, pero tiene de todo. Allí, el domingo por la mañana preparamos las almejas a la marinera y la carne o caldeiro, que podíamos haberla usado de arma arrojadiza, porque quedo dura como una piedra. Pero el resto estaba estupendo, las empanadas espectaculares, las almejas de chuparse los dedos (lo que por supuesto hice) y la queimada con Pisco, con conjuro incluido.
Nos pusimos hasta las orejas ( que por cierto también había).


Creo que dejamos el pabellón bastante alto y yo me llevé para casa un caldo estupendo para hacer una sopa que Miguel tuvo la osadía de insinuar que estaba salada.

martes, diciembre 19, 2006

El cerdo ha llegado. Corto y cambio

He llegado a casa y me he encontrado con dos cartas sorpresivas en lugar de los cientos de folletos y sobres de propaganda, tarjetas de crédito aprobadas que no he pedido y bonos de descuento para tiendas imposibles.


En uno, un CD con el que seguro que me echare unas lagrimas nostálgicas de las sanas y una blusa preciosa que tendré que esperar a que el tiempo permita asomar la nariz sin que te salgan estalactitas de la nariz para poder usar.

En otro, una revista de cocina con unas recetas estupendas y entre sus páginas, unas lonchitas de jamón que se te cae el tomate al verlas.
Viva, viva, el cerdo se ha colado!!!

Se creían que iban a poder con mi tía los muy ilusos

Viaje pluscuamperfecto (v). El regreso

La vuelta a San José fue mejor de lo que pensamos, excepto por el sobresalto que nos dimos cuando a Miwel se le encendió la bombilla y tras revisar los billetes nos dimos cuenta de que salíamos a las 6 de la mañana, no a las 8. Eso implicaba que habia que ir a devolver el coche por la noche, y no por la mañana antes de irnos como habiamos planeado.

Así que, tras perdernos por los alrededores de San José, buscamos un hotel cerca del aeropuerto, dejamos las cosas, devolvimos el coche, con los dedos cruzados para que no encontrasen ningún rasguño que nos hiciese tener que pagar los daños, cenamos en un restaurante típico, con unos cócteles cortesía del hotel, y a la cama.

El hotel estaba en la plaza central del pueblo, Alajuela, a las afueras de San Jose.
Nos fuimos a la cama a las 8 de la tarde, al dia siguiente habia que levantarse a las 4.30am. La cama era blaaaaaaaaaaaaaanda y mortal de necesidad. Los vecinos no dejaban de gritar, y la calle de enfrente resultó ser la más transitada de la ciudad. Nos llamaron de la recepcion cuando ya estábamos fritos para recordarnos que nos llamarían a la mañana siguiente para despertanos. Estábamos enfrente de la parada de taxis que se pasaron la noche de aquí para allá, y alguien que se aburría mucho se pasó la noche jugando con la alarma del coche, encendiéndola y apagándola. De haber tenido un arma, la habríamos montado. Apocalipsis. Muerte. Destrucción.

Asi que a las 4 cuando sonó el despertador, nos llamó el de recepción y nos levantamos, estábamos muertos, rotos, desechos, de mal humor, en fins... indescriptible la noche. Inolvidable.

Nos fuimos al aeropuerto con la esperanza de desayunar antes de embarcar, pero era demasiado temprano y las opciones de interesantes estaban cerradas, asi que nos dedicamos a pasear por las tiendas, probar café de gratis, y comprar chorradas. Ya en el avión dormimos y Selia acabó el libro.

Cuando llegamos a San Francisco hacía un día terrible, nada que ver con la temperatura tropical de la que acabábamos de salir. A la mañana siguiente, Miwel se fue a Boston a un congreso con sus intestinos llenos de bichitos que le hicieron visitar los baños tanto como la sala de conferencias y que lo dejaron casi una semana sin comer. Me preguntó que qué le sentaria bien, le propuse pescadito hervido o una sopita, se fue todo orgulloso y se pidió una crema de cangrejo (es sopa y es pescado, no?, qué importa si se hace además con nata y miles de guarrerías más?). Cuando lo volví a ver era una cosa pálida, y delgada, casi transparente.

lunes, diciembre 18, 2006

El viaje pluscuamperfecto (iv). El Caribe

Según las guías que teníamos, y las referencias que nos habían dado algunos amigos, Cahuita se aproximaba bastante a la idea de paraiso tropical. Un arrecife de coral protege las playas caribeñas, y la selva llega justo hasta el borde, de modo que uno puede estar bañandose plácidamente al mismo tiempo que los monos juguetean con las mochilas... Asi que, aunque el viaje desde Arenal era largo (en el Observatorio nos dijeron que 5 horitas), íbamos encantados atravesando plantaciones de caña, plátanos, etc.

Despues de comer a la velocidad del rayo unas empanadas bastante interesantes en una soda de pueblo que recomendaba la guía seguimos rumbo a Cahuita. Para cuando llegamos a Puerto Limon (de donde sale todas las frutas riquiiiiiiiiiiisimas para todo el mundo) ya era casi de noche y los camiones nos rodeaban por todas partes. Tráfico pesado, malas carreteras y oscuridad resultaban agotadoras y las ganas de llegar crecían exponencialmente. Cuando por fin llegamos a Cahuita los ánimos estaban al límite, así que la búsqueda de hotel resultó bastante tensa.

La ciudad/pueblo es pequeña, y está lleno de hoteles/hostales, pero la guía recomendaba algunos hotelitos de las afueras que eran más tranquilos y estaban cerca de la playa. Así que después de perdernos y de preguntar en un par de sitios, y ante la creciente desesperación, encontramos una habitación modesta en una caseta de madera, con mosquitera, baño compartido y una hamaca en el exterior. Cuando llegamos, una pareja de alemanes (vecinos de la habitación contígua) estaba leyendo en la hamaca, a la luz de unas velas. Estábamos hechos polvo, así que no entablamos mucha conversación, y nos fuimos a cenar. Para evitar volver a perdernos en el pueblo, nos quedamos en las proximidades del hotel, en un bar-fonda donde un negro impresionante rastafari se dejaba invitar por dos americanas maduritas y embriagadas que no hacían más que manosearlo, sacarse fotos, y reirse a carcajadas.

Habia estado lloviendo y el mar estaba revuelto. Soplaba viento marino un poco más fuerte de lo esperable, por culpa de un frente que estaba entrando desde Panamá. Esto nos chafaba un poco, porque si hubiera hecho bueno, el mar hubiera estado en calma y habriamos cumplido otro de nuestros objetivos del viaje: hacer submarinismo sobre los corales. Pero con el mar asi, no era recomendable ni bañarse.

Al dia siguiente visitamos el pueblo y para consolarnos nos tomamos un desayuno impresionante, a base de tortilla francesa rellena de todas las delicias imaginables para Selia, y un crépe relleno de frutas para Miwel. El plan era acercarnos a Manzanillo, a unos 20km de Cahuita, donde hay otro parque natural y una reserva protegida. Antes de irnos reservamos una habitación para el día siguiente (para estar más cerca de San José en nuestro último día), y tras charlar con la pareja de alemanes de la habitación de al lado les ofrecimos venirse con nosotros. Se iban a pasar 3 semanas por Costarica, en plan mochilero, y no tenían coche, asi que estaban encantados con la idea de un viaje gratis.

Mientras los chicos investigaban el hospedaje en Manzanillo, Selia contactó con el guía del pueblo, Abel, que resultó ser hermano del dueño del hostal donde nos quedamos. Un tipo muy gracioso y muy hablador que nos llevó a visitar la selva y ver animalitos. Los alemanes no se animaron, así que fuimos nosotros solos con el guía, en una excursión que nos dejó encantadísimos. Vimos perezos de 3 dedos, monos aulladores, un mono araña, un par de serpientes oropel, ranitas venenosas de colores, palmeras andadoras (se desplazan, no es broma!) arañas y hormigas gigantes, mariposas Morpho, tucanes picoiris y Swainson, colibríes (no podían faltar) mientras Abel nos contaba cientos de historias sobre las hormigas bala que tienen un veneno que te paraliza y que dura un par de dias (10 veces más potente que el de una abeja), sobre que hacer si te pica una serpiente, (básicamente, relajarte hasta llegar al hospital, si te pones nervioso es peor, fácil), sobre cómo nacieron los parques y cómo los costaricenses cambiaron su forma de vida cuando se dieron cuenta de que mantener la selva y su riqueza era lo que a largo plazo les iba a dar de comer y sobre miles de cosas más. Se nos pasó el paseo volando. Cuando regresamos eran las 4 y moríamos de hambre, asi que hicimos una comida-cena en un restaurante con terraza junto al mar. Cuando estábamos acabando, aparecieron los alemanes, así que nos tomamos unas cervezas con ellos y después nos fuímos a la piltra.

Al dia siguiente, nos levantamos tempraniiiiiiiiiiisimo para ver amanecer en el mar. Claro, estámos en el Caribe costaricense, así que el sol tiene que salir por el mar, no? Pues no. Si hubiesemos visto el mapa, nos habríamos dado cuenta de que precisamente Manzanillo está orientado al sur, asi que nos salió la cosa de refilón. Os acordais de aquella maravillosa escena en "Amanece que no es poco"??. Pues eso. Esto es un sindios!! Cuando nos dimos cuenta de la estupidez, nos volvimos a la cama y despues de despedirnos de Abel y de desayunar nos fuimos a Puerto Viejo de Talamanca, a mitad de camino entre Manzanillo y Cahuita.

El plan era ver las estupendas playas de la zona, pasar por el banco a sacar dinero, y... arreglar el pinchazo que habíamos descubierto al llegar a Manzanillo. Habíamos puesto la rueda de repuesto, que estaba más lisa que las de nuestro querido Daewoo, y que además tenía una sorpresa estupenda: un tornillo de unos cuantos centímetros asomaba alegremente al mundo. Vamos, que los de la agencia de alquiler nos habían dejado un coche con una rueda de repuesto de la que no podíamos fiarnos demasiado... Y con el estupendo estado de las carreteras, más nos valía no tener 2 pinchazos. El sitio donde nos arreglaron la rueda era muy típico. Una negrita de grandes dimensiones se ocupaba del negocio mientras su hermano aprovechaba el día de sol para irse de paseo (posiblemente a hacer surf). El arreglo? Tras localizar el pinchazo con un poco de jabón, enchufa un poco de goma dentro de la cubierta y listo. De la rueda de respuesto, ni hablamos... la volvemos a poner en su sitio y a callar. Después de la visita al banco, un poquito de playa al sol maravilloso, a comer y vuelta a Cahuita.

Se había ido el sol, así que nada más de playa, nos tumbamos en la hamaca, nos duchamos con calma y nos fuimos al pueblo a cenar, y tomarnos deliciosos batidos de frutas. Cena excepcional de pescadito freeeeeesquiiiiisiiiiimo y riquiiiiiisimo y a la manana siguiente, nuestro último dia, paseo por el parque de Cahuita. Ahí se juntan el mar turquesa con la playa de arena blanca y fina protegida por palmeras y con la selva llena de monos, pájaros y bichos varios. Bastante cerca del paraíso, en mi opinion.Una pena no tener más dias y un poquito más de sol y mar en calma para ver los corales. Tendremos que volver!

domingo, diciembre 17, 2006

El viaje pluscuamperfecto (iii): El volcán.

La habitacion del hostal no era la mas lujosa del mundo, pero estaba liampa, a pesar de que habia un cartel pegado en la puerta del banho que decia que los desagues de la zona no funcionaban y que por el wc nada de papeles. (Esto no ayudo nada a mi estrenhimiento).

Por la noche cayeron rayos, truenos y centellas y parecia que la cabanha se iba a caer abajo. Como ya ibamos cogiendo por costumbre, amanecimos muuuy temprano y nos pusimos en marcha hacia el volcan.


El camino que lleva de Santa Elena a La Fortuna pasa por Tilarán y bordea la laguna de Arenal. Es un paisaje verde y montañoso, con vacas, cafetales, molinos de viento y varios hostales con dueños suizos, lo que no deja de llamar la atención. Fuimos todo el trayecto con los dedos cruzados para poder ver el volcán, pero el tiempo no acompañaba. Varios chaparrones matutinos se empeñaban en aguarnos el día, aunque el sol amenazaba con salir y nos ofrecía un hermoso arcoiris para subirnos la moral.

Lamentablemente, una vez más llegamos a nuestro destino con mala suerte: Las nubes impedían ver la cumbre del cono volcánico. Habíamos reservado habitación en el Observatorio Arenal, una antigua estación científica dentro del parque y que se encontraba a poca distancia de la base del volcán. Ahora el Observatorio estaba rehabilitado y albergaba una estación turística bastante chula, con un restaurante con vistas, varias cabañas, piscina y jacuzzi, y una excursión guiada incluída en el precio. Nos habían recomendado visitar alguna de las estaciones termales de la zona, pero pensamos que mejor aprovechábamos para hacer alguna ruta y ver algo de los alrededores. Primero fuimos a la catarata de la Fortuna, una caída 70m de altura a un pozo de agua azul turquesa en mitad de la selva.




Después fuímos a ver los puentes colgantes de Arenal, uno de esos famosos canopis de los que ya hemos hablado. Ya estaba oscureciendo, asi que esperábamos ver algún bichito paseandose antes de acostarse. Caminar por estos puentes colgantes de un centenar de metros y a una altura de más de 50m, entre las copas de los árboles y con vistas al volcán hubiese sido alucinante.


Pero ese día llovía, no se veía el volcán y lo único que vimos fueron murciélagos y pájaros que se iban a la camita, asi que sencillamente nos quedamos impresionados paseándonos por la densidad de vegetación en las alturas.


Nos fuimos al hotel, con cara de chasco y deseando un milagro y que cambiase el tiempo.

Nos habían dicho que el 90% de los turistas no tenían suerte y no podían ver el volcán despejado, asi que nos los ánimos estaban bajos. Despues de darnos un homenaje en el restaurante del Observatorio. Nos pasamos la noche escuchando los pedetes del volcán que obviamente estaba activo y hacía bastante ruido. Cada poco nos levantábamos y nos asomábamos a la ventana para ver si despejaba. Ya expertos madrugadores, a eso de las 4 de la mañana empezaba a verse algo de la cima. A las 5, impacientes, nos levantamos y nos fuimos corriendo a la vertiente del norte, donde se supune que hay las mejores vistas de la actividad volcánica. Aún no había amanecido, y no nos creíamos que pudiéramos tener tanta suerte como para ver el volcán despejado!! Se podía ver la lava cayendo!!

Ahora sí estábamos impresionados. Nos volvimos al hotel para desayunar, y unirnos a la excursión programada. En 1968 el volcán despertó y se cargó el antiguo pueblo de Arenal. Desde entonces ha estado activo con mayor o menor intensidad. La última erupción importante fue en 1998 y dejó montones de rocas.

Por cuestiones de seguridad las autoridades no permiten acercarse demasiado a la base del volcán, por las continuas avalanchas de rocas/cenizas, que ya han costado la vida a varios turistas y curiosos.


Durante la excursión vimos otro perezoso y probamos a comernos unas pocas termitas, inducidos por el guía que se descojonaba con la panda de turistas tarados dispuestos a probar cualquier cosa.

Con la satisfacción del trabajo de turista cumplido (visto, fotografiado y comido), partimos rumbo al Caribe. Nos quedaba un largo viaje por delante hasta Cahuita, donde pretendíamos pasar la noche. Pero eso ya lo contaremos en la siguiente entrega
...

sábado, diciembre 16, 2006

El viaje pluscuamperfecto (ii): En la selva

Continuamos con la segunda entrega del viaje a Costarica. Después de visitar la costa del pacífico nos tocaba acercarnos a la cordillera central, a ver selva, montaña y volcanes.

Salimos para Santa Elena bien temprano, en prevision de los baches que tenian algun pedazo de carretera. Nos paramos a comer en una soda de pueblo, donde Selia se dedicó a sacar miles de fotos a los niños de la dueña. Comimos un pinto de lomito (con una carne estupeeeenda), y un estofado de carne. Antes de volver a meternos en el coche, un magnífico cafecito tico y un poco de conversación con la señora que nos dijo que habia una carrera de caballos en un pueblo cercano. Seguimos nuestra ruta y coincidió que pasabamos por el pueblo en cuestión, asi que mientras cruzábamos la calle principal, vimos a medio centenar de jinetes paseandose por el pueblo y todo el mundo asomado a las puertas de las casas para ver el espectáculo. La escena parecía sacada de un relato de García Márquez. Poco después de pasar este pueblo empezaba la carretera/camino de subida a Santa Elena. Nos había hablado maravillas del camino que conduce al bosque nuboso, y nos esperábamos lo peor. Asi que encontrarnos con barro, baches y canales en la carretera no nos pilló por sorpresa. El viaje se hizo entretenido, con chaparrones dispersos, nieblas intermitentes y paisajes verdes que me recordaron bastante a las montañas asturianas. A media tarde llegamos a Santa Elena, un pueblo embarrado y lleno de actividad y de actividades orientadas a los turistas. Basicamente la comarca vive del bosque/selva y de los "canopis" que entretienen a los turistas. Esto de los canopis es un invento que seguro que a todos os suena. Hace unos años se dieron cuenta de que la mejor forma de ver el bosque tropical no era desde abajo, sino desde las alturas, observando la densidad de arboles. Asi que construyeron plataformas unidas entre sí por puentes, o por cuerdas. La cosa ha ido degenerando y ha combinado el aspecto "ver" con el aspecto "aventura" y ahora hay miles de canopis que ofrecen jugar a Tarzán con un arnés que te permite lanzarte de árbol a árbol. Ya no ves la selva (es difícil verla cuando te desplazas a gran velocidad entre ramas, comiendo hojas y escupiendo mosquitos), pero te lo pasas dabuten-colega. En el pueblo hay numerosos hostales, mariposarios, insectarios, ranarios, fincas privadas con excursiones para ver animales,... y esta cerca de dos reservas nacionales: Monteverde (posiblemente la más famosa) y Santa Elena.

Después de buscar alojamiento en una pensión cerca del centro del pueblo, y de hablar durante un buen rato con el propietario verborreico que nos aconsejaba sobre las cosas que se podían hacer al día siguiente, fuimos a ver el ranario, en una excursión nocturna. Las ranitas son animalillos nocturnos, y al atardecer son especialmente activas. Nos tocó un guía para nosotros sólos. Un chavalito bastante simpático que se había estudiado muy bien la lección y se lo pasaba tan bien como nosotros buscando a las ranitas en cada terrario. Lo flipamos bastante con las ranitas venenosas de colores llamativos, y con las arbóreas que se subían por las ramas haciendo equilibrismos.
Im-prezionantes.

Para cenar, fuimos al restaurante Maravilla que según la guía ofrecía la mejor comida local, a pesar del aspecto chungo de los manteles de plástico. Nos quedamos encantados, una vez más, por un precio más que razonable. Al día siguiente teníamos pensado visitar la reserva de Santa Elena, y tocaba levantarnos temprano. Nos pegamos el madrugón, y despues de desayunar a toda leche nos fuimos a la oficina de información. Con mucha calma, el chico de la recepción nos comentaba como funcionaba la cosa y cómo se llegaba al , que estaba como a 15minutos. Al preguntarle si había posibilidad de hacer una excursión con guía, el tipo miró con parsimonia el reloj y dijo, "si, si... claro... mmmmm... bueno, en 10 minutos empieza una excursion. Si os interesa, puedo llamarles y que esperen, pero teneis que ir con prisa, sin perderos y sin parar hasta llegar al parque...". Antes de que terminase la frase ya me estaba subiendo al coche y arrancando. Afortunadamente, el pluscuamperfecto no hizo acto de presencia en esta ocasión (al menos negativamente) y llegamos a tiempo. Una vez más, no ser guiris angloparlantes nos facilitó la cosa y nos tocó un guía en español para nosotros solos. Hacia frío y llovía, pero íbamos equipados con unas botas estupendas que habíamos comprado el día antes, y unos impermeables/bolsas de plástico para la lluvia constante del bosque nuboso.

Esto del bosque nuboso es selva tropical. Pero a diferencia de la selva convencional, aquí llueve constantemente, por la condensación de las nubes de altura en la floresta. Estamos en la cordillera que separa la vertiente del pacífico de la del Caribe, asi que hay humedad a mazo. En la selva tropical lluviosa en cambio caen chaparrones diariamente. Pero luego sale el sol, hay humedad, condensación y formación de nuevas nubes, con nuevos chaparrones. Yo ya había estado antes en la selva (en Venezuela y en Brasil), pero era la primera vez que Selia se metía en algo así. Y lo flipó. El guía nos hizo un recorrido y nos contó cosas de la vegetación, de los bichitos y de los animalitos. Tambien le preguntamos por la opinión de la gente que vive por allí. Vimos un cerdo salvaje, miles de colibríes, pajaritos variados y una familia de monos capuchinos.

Correccion: el cerdo salvaje se llamaba Charlie y habia vivido la mayor parte de su vida con una familia, cuando crecio, lo llevaron a la reserva y lo pusieron en libertad. Al principio no se despegaba de la gente, pero se echo una novia y ahora pasaba mas temporadas en la selva.

Después de empaparnos (literalmente)de naturaleza nos fuimos a comer al pueblo. Esta vez, en el restaurante Campesino, donde nos dimos otro homenaje a base de comida tica. Luego decidimos acercarnos otra vez al ranario, para poder sacar fotos (en la excursión nocturna no pudimos pq el flash molesta a las ranitas). Nos pusimos ciegos de sacar fotos, aunque de día estuviesen casi todas durmiendo y acurrucaditas. A media tarde decidimos hacer una excursión vespertina para ver más bichos. El guía de la reserva nos había comentado que por la tarde trabajaba en otro sitio y que hacían excursiones, asi que para allí fuimos.


Nos tocó un grupo tal vez demasiado grande para mi gusto, con un guía no tan enrollado como el de la mañana. Pero a pesar de esto pudimos ver a una madre perezosa y su retoño bajando a tierra para cagar(algo que no pasa demasiado a menudo, solo una vez a la semana), para regocijo del grupo de turistas que se dedicó a comentar la jugada durante 15 minutos (oooh, que tierno, la madre con el chiquitin, oh, mirad, mirad... bajan a tierra... sniff, sniff... pues si, parece que van a cagar... apaguemos las linternas para darles algo de intimidad...). También vimos un pizote (coati), un pájaro bobo, tarántulas, bichos palo, y algún que otro pájaro durmiendo.

Nuestro grupo era de hispanoparlantes y nuestro guia del salvador. Ademas de nostros habia una pareja y otro espanol que se pasaron toda la visita dando la nota. Metiendose con el guia, que si la selva estaba oscura, que si donde estaban los bichos, que era mentira, que ellos no veian nada, haciendo chistes ironicos... Me tuve que contener para no decirles algo, pero eran mayores que yo, (que no ancianos)y no era plan.
Al final de la excursión, uno de los excursionistas nos dijo que él llevaba varios años recorriendo el país y que había escrito una guía de Costarica y nos regaló un ejemplar, que por supuesto pedimos que nos firmase. Tiquicia se llama la guía, y fue un magnífico complemento para nuestra arrugada Lonely Planet.

Yo (Celia) no daba credito, el tipo habia escrito un libro y todos se avalanzaron sobre el para que le firmase un ejemplar, se sacaron fotos, lo adularon, en fins, que escribir cuesta u huevo, ya lo se, pero de ahi a hacerle semejantes fiestas a alguien ... esto del famoseo es bastante curioso.


Después de la experiencia selvática, nos fuimos a la cama pq al día siguiente nos tocaba acercarnos al volcán.

viernes, diciembre 15, 2006

La dolorosa

Tambien al llegar a casa ayer nos encontramos con una carta de la clinica a la que fuimos a urgencias con la diarrea de Miguel.

Por analizar cacas, ponerle un goteo intravenoso y darle una pastillita de potasio $2974. Ole.

Podemos estar seguros

Ayer por la tarde quedamos con Jaime en casa. Nos iba a hacer licor cafe. Tenia que bajar del laboratorio asi que nosotros mientras fuimos a comprar Pisco. (Sustito del aguardiente).
Jaime llego antes que nosotros y se sento a esperar fuera. Aparecio entonces en la oscuridad un tipo con su gorro, bate de baseball en mano preguntando quien era y que hacia alli. Jaime mantuvo la calma, mientras el tipo se acercaba amenazadoramente y le explico que nos estaba esperando. Gracias a dios en ese momento llegamos y el casero se dio cuenta de lo ridiculo que era y nos echamos unas risas.

No se si sentirme segura o muerta de miedo. Menos mal que esto no es Texas, porque sino el pobre Jaime tendria un tiro entre ceja y ceja antes de que hubiera tenido tiempo de abrir la boca.

sábado, diciembre 09, 2006

El viaje pluscuamperfecto. El viaje perfecto simple. (1a parte)

Del viaje a Costa Rica nos trajimos miles de fotos (no es una exageración) y una diarrea de larga duración en el caso de Miguel. (Esa es otra historia que queda para otro post).

Aparte de eso, desde bien pronto nos dimos cuenta de que tendriamos que escribir nuestro reportaje del viaje utilizando mucho la forma verbal del pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo: el viaje del “si hubieramos o hubiesemos”. Un cúmulo de mala suerte, que resultó no ser tan mala. Nuestros dos objetivos principales eran ver tortugas Baulas y arrecifes de corales. Y si hubiéramos tenido suerte... Por otra parte, nos lo pasamos estupendamente, y nos encontramos con algunas sorpresas que no teniamos preparadas. Asi que siendo justos, tambien necetaríamos usar mucho el preterito perfecto simple para describir lo que pasó.

Salimos el jueves por la noche de San Francisco y llegamos a San José a la mañana siguiente, haciendo escala en Los Ángeles y San Salvador. Gracias a Dios dormimos algo en el avión entre escala y escala, pero aun así llegamos bastante hechos papilla. Recogimos nuestro coche de alquiler 4x4 y nos pusimos en marcha hacia Playa Grande, en Tamarindo. No había más de 250 Km., por la carretera nacional, pero nos llevo 6h. Nos es que nos perdiéramos, es que la carretera nacional, llena de tráfico, era como una carretera comarcal de las que no han sido reparadas desde hace 20 años.
En el último tramo, había que ir esquivando baches, en los que, si te caías casi seguro que aparecías en las antípodas. Si a eso añades el temor a que le pasara algo al coche y tuvieramos que pagar los 1000$ de la franquicia del seguro, pues se puede entender nuestra angustia... si hubiesemos pagado el seguro a todo riesgo, iríamos más tranquilos.

Llegamos aún más hechos polvo, bajo lluvias torrenciales al hotel, donde caímos rendidos hasta la hora de la cena. Si hubiéramos llegado un poco antes, y un poco menos deshechos, nos hubiesemos apuntado ese mismo día para ver las tortugas gigantes desovando en la playa. Se suponía que ese era el fin de semana mejor para ver las tortugas, Miguel se había empollado miles de páginas, había hecho sus cálculos según la época, las mareas, lunas y demás, y estaba hecho. Teníamos que ver tortugas. Esa noche vieron 4 tortugas. Nosotros intentamos entrar en la playa, pero como no teníamos pase, los vigilantes nos echaron. Nos tuvimos que conformar con cenar e irnos a la cama. Eso si, llenos de ilusión para el día siguiente.

A pesar de la lluvia intermitente, la temperatura era perfecta y a las 9 de la noche podías estar en camiseta de tirantes, tan contento, aunque una vez que se hace de noche, no se puede decir que hubiera muchas cosas que hacer. Para aprovechar los días empezamos a madrugar y acostarnos temprano.

Al día siguiente, después de apuntarnos para ver las tortugas esa noche, estábamos en la playa a las 7.30 de la mañana. Y hacía calor, el agua un poco revuelta pero estupenda, mejor que el Mediterráneo y evidentemente, mil veces más bonito. Playa Grande hace honor a su nombre. Inmensa. Y vacia. Salvo por unos pocos surfetas, y algun paseante, teniamos toda la playa para nosotros. Dimos un paseo hasta el extremo, y enlazamos con la siguiente playa, más tranquila y mas vacía (nadie). Si hubiese habido menos viento, hubiese sido perfecto, pq el mar estaba un poco revuelto y no era ideal para bañarse. Antes de irnos a comer, terminamos la excursión pasando a la siguiente playa cruzando unas rocas con piscinas naturales donde había miles de cangrejos y algunos peces tropicales. Primer contacto con el paraíso. Así, llegamos a playa Carbón, una pequeña calita de arena oscura y agua azul intenso. La marea estaba subiendo, y para evitarnos el riesgo de quedarnos incomunicados, nos apresuramos a regresar. Si hubiesemos esperado 10 minutos más, hubiese sido tarde.

Para comer, fuimos hasta Tamarindo, que resultó ser un centro turistico guiri, y lejos de lo que estabamos buscando. No obstante, preguntando por un lugar donde sirviesen comida tica y no para americanos, comimos en un sitio estupendo, al lado de la playa. Yo me pedí un pescado fresquísimo, y Celia un pescado con arroz buenísimo.


La gente alli se toma las cosas con calma, nos dimos cuenta enseguida.


Después, nos fuimos con el coche a explorar los alrededores. Además de la playa donde desovan las tortugas, en el parque hay un estuario con abundantes pájaros, algunos monos, y cocodrilos. Pero para entrar en el estuario hace falta ir en bote, y pensabamos que no nos daba tiempo a todo, y que ir en una barca a motor nos saldría muy caro. Para cenar, nos quedamos en el hotel y disfrutamos de una ensalada de langosta espectacular. Y después, nos fuimos al puesto de vigilancia para ver las tortugas.

La cosa funciona asi: Tú te apuntas en una lista, y te sientas a esperar a ver si vienen tortugas. Los guardas patrullan la playa, y si ven algo, avisan a los voluntarios para que lleven el primer grupo de turistas. Se forman dos subgrupos que van viendo como el bicho hace su nido, como pone los huevos, y como lo tapa. Despues, los turistas se van y dejan al bicho tranquilo, para que oculte el nido y se vuelva al mar. Si vienen mas tortugas, el siguiente grupo puede ver algo. Si no, se va para casa. Afortunadamente, nos habíamos levantado temprano y estabamos en la parte de arriba de la lista, asi que si venia alguna tortuga esa noche, la veríamos seguro. Que emoción, que emoción!!

Después de un video explicativo, nos sentamos a esperar. Había un grupo bastante grande de turistas, y un grupo de voluntarios locales. Hablamos con los guias que nos contaron como había nacido la iniciativa, como forma de supervivencia basada en la protección de la naturaleza. En lugar de comerse y vender los huevos, ahora se dedicaban a proteger la zona, y a guiar a los turistas. Si el turista ve tortuga, paga la entrada. Si no la ve, no paga. Nos impresionó la iniciativa conservacionistas de estas personas, y su interés por la naturaleza. Se dieron cuenta de que su riqueza a largo plazo se encontraba en proteger la naturaleza. Conforme pasaba la noche, los animos de algunos turistas empezaron a decaer, y hubo varias deserciones. Que vengan o no vengan tortugas depende de la luna (tiene que haber poca luz), de la marea (cuanto más alta, mejor porque lo tienen más fácil para llegar a la orilla), etc. Asi que cuando la marea empieza a bajar, las probabilidades de que aparezca una tortuguita decaen... estuvimos esperando hasta las 3 de la mañana, y nada. Celia se leyo la mitad de Cien anhos de soledad. El viaje pluscuamperfecto en pleno vigor.

A la mañana siguiente, aún nos dimos un paseito por la playa, antes de partir para Santa Elena y el bosque nuboso. Hacía solete pero soplaba viento del pacífico. Y esta vez nos encontramos con unas huellas de lo que parecía claramente un nido de tortuga. No nos imaginábamos que pudiera tener semejante tamaño!!. Parecían huellas de tractor. Sólo con ver eso quedamos flipados, así que si hubiesemos visto la tortuga hubiese sido a lu ci nan te. Se nos clavó una espinita allí mismo, pero no podíamos quedarnos una noche más, pq teníamos la agenda muy apretada, así que despues de un banho en la piscina del hotel, nos piramos antes de comer...

eventos

Pues parece mentira. Hemos vuelto de Costarica, y no hemos parado (si, ya sabemos que tenemos que poner un post detallado con el viaje, estamos en ello). Primero, Miwell se va a Boston. Una semanita con bichitos costaricenses alojados en el intestino, y cuando regresa le toca experimentar el servicio de urgencias de un hospital americano. Experiencias a go-go. Todo eso, unicamente para conseguir una receta que le permita comprar antibióticos para matar a los malditos bichitos que me usaron a modo de patera para entrar en los EEUU. Es curioso que aqui se puedan conseguir todo tipo de -inas y y -onas en cualquier supermercado, pero comprar un antibiótico es jodidísimo. Y luego, esta semana hemos tenido ópera (Carmen) y flamenco (Yerbabuena). Y el domingo, toca comilona galega.

De Carmen poco que decir. Un clásico. La sala estaba mas llena que la última vez, y la gente rogaba en la calle para conseguir entradas (parece que no había tanta reventa como en el Rigoletto). Comentario negativo: La tipa que hacía de Carmen (Hadar Halévy) no tenía ninguna sensualidad. Cuando le tocaba ¨bailar¨ se movía como un pato mareado, con espasmos arrítmicos y miembros rígidos. Un desastre. A parte de eso, buena voz. Claro que José (Marco Berti) tampoco era un Adonis, pero los dos quedamos de acuerdo en que nos gustó mucho más su interpretación. El torero Escamillo (Kyle Ketelsen) y Micaëla (Ana Maria Martinez) tambien lo hicieron muy bien.

Pero para ser sinceros, Carmen se quedó muy por debajo de la magnífica representación que nos ofreció ayer Eva Yerbabuena. Flamenco de primera calidad, con un arranque lleno de energía que a mi me puso un nudo en la garganta que duró hasta el final del segundo baile. La música llena de sentimiento, y la interpretación de la Yerbabuena espectacular. Hasta tal punto que la gente se quedó aplaudiendo hasta con una levantada del telón (algo que aquí no se estila lo más mínimo, pq la gente suele irse antes incluso de que enciendan las luces). Salimos flipadisimos y encantadísimos. L y L y L!!

Mañana, toca carne o caldeiro, empanada de zorza, empanada de vieiras, almejas a la marinera, orella y tal vez, solo tal vez, unas filloas. Todo ello, cerrado con una queimada. Mi ma...

viernes, diciembre 08, 2006

Malditos cerdos

El miércoles, al llegar de la Opera me estaba esperando un paquete navideño. Turrones, polvorones, marquesas y una nota.


Este paquete contenía cerdo. 1,3 kg. Lo hemos interceptado y hemos procedido a destruirlo.

Bastaaaaaaaaaaaaaaaaaaardos.

Los muy cerdos se quedaron con el cerdo. Solo dejaron la nota, para que sepa que una vez hubo jamón, mucho jamón.

Estoy segura de que hay un tipo que se hincha a costa de los pobre españoles que tiene que pasar las navidades fuera de sus hogares.
Malditos.

viernes, diciembre 01, 2006

Panico en el Tunel

Las consecuencias inmediatas de mi viaje a Costa Rica son que en determinados momentos prefiero no estar muy lejos de un banho.

Asi que, hoy como todos los viernes me fui a San Francisco, pero decidi volverme antes porque siempre es agradable que el banho sea el propio.

Venia yo en el Bart (tren) tan tranquila, jugando a un solitario en el telefono, cuando de repente, el tren, pego un bote y acto seguido empezo a andar a trompicones y entre chirridos dentro del tunel. La gente empezo a chillar como posesa, el tren se paro y se calmaron. Cuando volvio a arrancar estaba fuera de los railes, pese a lo cual la conductora continuo despacio intentando mover el tren. Se paraba y volvia a andar a botes con la gente cada vez mas asustada, hasta que empezo a coger mas velocidad de la cuenta y se salio totalmente. El vagon se lleno de humo entonces y la gente de los vagones posteriores intento a empujones pasarse al primero, donde yo estaba. Empezaba a cagarme por la patilla tambien, sobre todo porque como iba distraida no sabia si todavia estabamos debajo de la bahia. Tuve que respirar muuuuuuuuuuy hondo y desechar el pensamiento.

A mi alrededor habia gente ligeramente nerviosa poniendo en practica sus lecciones de respiracion de yoga, otras ejercicios pre-parto... la sra. sentada a mi lado intentaba llamar por el movil y un tipo de traje y un ramo de flores intentaba salir del tren.

Intentaba mantener la calma, pero reconozco que por unos segundos se me fue la olla y me vi volando por los aires o secuentrada por unos malos malosos. Me entraron ganas de llorar, pero ya tenia bastantes histericos al lado, asi que respire y decidi tomarmelo con calma y volver a jugar con el telefono.

Colo por unos momentos, si no fuera porque la amable conductora, histerica perdida, intento convencernos de que mantuviermos la calma. La gente volvio a levantarse, intentar pasarse a nuestro vagon y gritar. Eran rafagas pasajeras, al poco se calmaban.
La conductora seguia en su empenho de mover al tren hasta la estacion que estaba ya cerca, pero el humo y el olor a quemado hicieron que desistiera y la gente volviese a intentar salir por patas. Alguien de los vagones posteriores paso por fuera, en el tunel, golpeando todos los cristales de las ventanas. No veia nada y casi muero del susto. Volvi a respirar y empece a pensar que no queria volver a montar en un bart. De repente cambie de perspectiva. Vamos a salir aqui, voy a escribirlo en Sanpaquito...Me imagine la imagen: miles de bomberos, ambulancias, policias, helicopteros. Bien de drama (controlado y sin heridos, claro) para el post. Ahi volvi a paniquear porque con ese panorama me vi la avalancha humana intentando salir del tren, pisandose unos a unos.

La conductora salio de su vagoncillo de cabecera con una linterna y se paseo por el vagon revisando, no se que. Mas pensamientos, mas histerias alrededor, gente intentando calmar al personal. Por fin, llegaron de la estacion con linternas. Abrieron las puertas para entrar, pero no nos dejaron salir. Otra avalancha y otro poquito de panico, otra vez controlado. En realidad estabamos a menos de 200m. de la siguiente estacion, pero dijeron que era menos peligroso intenatar mover el tren que dejarnos salir, asi que otra vez, terror. Ya veia el tren volcado, la gente pisandose...

Respira, Celia, enfoca la vista,.... ya. A esperar en calma. Empiezan a llegar bomberos. El tren no se puede mover y nos van desalojar, empujones. Yo me quedo en mi sitio y espero turno. Vamos andando en fila, callados, con bomberos por todas partes.
Llegamos a la estacion. La gente esta tan tranquila, esperando sus trenes. Nadie nos dice nada. Arriba solo unas decenas de bomberos. (no miles) No hay explicaciones. Salgo a la calle a respirar aire fresco. La estacion esta flanqueda por camiones de bomberos, las calles cortadas con coches de policia y empiezan a llegar ambulancias. Pero nadie nos habla.
Pido que me sellen el ticket y me voy andando.

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